Danza en el cielo
Desde los inicios del mundo ese fenómeno existe. La naturaleza es lo más bello que ha dado Dios al hombre para admirar su poder y disfrutar la creación.
Éste es un espectáculo espontáneo, único, que el paseante espera contemplar en esas latitudes: la aurora.
La gente viene a Islandia para ver ese baile de luces en el cielo. Y la fortuna hizo posible que se pudiese contemplar. Esa rareza se engendra en los dos polos, de agosto a abril en el Norte, se denomina aurora boreal, y de mayo a septiembre en el Sur, se llama aurora austral.
¿Cómo se genera ese portento que causa extrañeza y admiración? El Creador todo lo hizo perfecto, dotó a la Tierra de un campo magnético a su alrededor; al chocar las partículas solares, cargadas de energía, éstas se dirigen por la fuerza gravitacional hacia los polos y, al colisionar con átomos de oxígeno y nitrógeno, se producen destellos de colores.
El fulgor generalmente es verde, pudiendo ser rojo o azul, de formas variables, mayormente alargadas, visibles únicamente en las noches. Ante eso se genera un panorama vistoso, regalo de la naturaleza, que deja al turista pasmado. Ese fenómeno se puede ver por segundos o por horas, es la suerte. Nadie puede controlar la Naturaleza.
Existen mitos y leyendas de esa maravilla. Se atribuye a Galileo haberla bautizado así, en honor a la diosa romana con ese nombre, una doncella hermosa que anunciaba el amanecer. Aurora es nombre de mujer y como tal uno de sus encantos femeninos es ser impredecible como el prodigio natural. Esa singularidad es visible nítidamente a través de la lente de las cámaras fotográficas, ya que el ojo humano no puede captar claramente los colores que son imperceptibles a simple vista.
Varias noches el grupo de paseantes pudo admirar fuera de la capital, en los patios de los hoteles, bajo un cielo despejado con un frío intenso, la aurora boreal en todo su esplendor. También en Reikiavik, una noche con una bóveda celeste limpia, a la orilla del mar, en el malecón, pudimos contemplarla soportando una temperatura gélida inferior a cero grados, todos bien forrados con sendos térmico, suéter, gorra, bufanda y guantes. La aurora que se puede ver en Islandia es primorosa. Merece la pena ir para disfrutarla.
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