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Ichiro: la máquina japonesa de batear hits

Parado en la caja de bateo con ojos rasgados pero, mirada de lince, espera pacientemente el lanzamiento blandiendo la majagua. Su movimiento poco ortodoxo en el lado izquierdo del plato era diferente.

Con un balanceo en forma de péndulo desplaza su pierna derecha, poniendo su peso hacia adelante mientras oscila el bate en espera de la esférica. Aunque no es grande ni musculoso, sus muñecas son fuertes y le permiten tomar el madero con habilidad, como un palillo de dientes. Se oye el sonido seco y la pelota pica en el jardín, nuestro personaje ha bateado un imparable más, el número 200 de la temporada, que lo convierten en el único bateador con 200 o más inatrapables durante 10 años consecutivos, un récord en las Grandes Ligas.

Su nombre: Ichiro Suzuki. Este hijo del Imperio del Sol Naciente jugó durante 19 años en la Gran Carpa con tres equipos: Marineros, Yanquis y Marlines. Ichiro fue un jugador único, espectacular y como todo oriental disciplinado, responsable y pudoroso. Un chocador natural, que conectaba la bola hacia los jardines en lugares fuera del alcance de los fildeadores.

Su posición era jardinero, lanzaba con la derecha y era poseedor de un brazo portentoso. Lamentablemente llega al Gran Circo con 27 años de edad, habiendo jugado desde muy joven en la Liga Nipona, donde conectó 1,278 incogibles.

En el año 2001 arriba a las Mayores enfundando el uniforme del equipo de Seattle, portando el 51 en los dorsales, siendo el único jugador en la Liga que tiene su nombre de pila en la casaca. En ese calendario obtiene los galardones de “Novato del Año” y “Jugador Más Valioso” y resulta campeón bate con porcentaje de .350.

En la campaña 2004, después de 84 años de vigencia, rompe el récord de 257 batazos a tierra de nadie de George Sisler, imponiendo marca de más hits conectados en una temporada con la friolera de 262. En el Juego de Estrellas celebrado en el año 2007 se convierte en el primer y único bateador en conectar un cuadrangular sin que la pelota salga del parque. Al retirarse en el año 2019 lo hace teniendo en sus alforjas 3,089 inatrapables. Definitivamente si el japonés hubiera incursionado en las Mayores a los veinte años de edad, seguramente estuviera en el selecto club de los cuatro mil que únicamente comparten Pete Rose y Ty Cobb.

Suzuki, un apellido muy común en Japón, durante toda su permanencia en las Grandes Ligas fue un ejemplo, siempre observó una conducta intachable. Poseedor de una técnica de bateo única, depurada, que lo convirtieron en la máquina japonesa de producir hits.

Su padre decía: “No importa lo bueno que sea Ichiro, nunca lo elogio, tengo que hacerlo espiritualmente fuerte y bueno”.

Suzuki en su guante tenía escrita la palabra “Concentración”. Filosofía oriental pura, ni duda cabe. Mérida, abril de 2023

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