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A la muerte no venció Marciano

31 de agosto de 1969, aeropuerto Midway, en Chicago. Una avioneta Cessna de cuatro plazas pintada de verde y blanco con destino a Des Moines, Iowa, es abordada por tres personas: el piloto Glenn Belz, acompañado de los pasajeros Frankie Farrell y Rocky Marciano, a quien su esposa espera para celebrar su cumpleaños. Estos dos últimos toman asiento en la parte trasera.

El pequeño aeroplano despega sin novedad, la plática era interesante y todo indicaba que sería un recorrido normal. Sin embargo, la fatalidad tenía otros planes. Durante el vuelo empezó un mal tiempo y el piloto, con poca experiencia para navegar de noche y sortear esa situación, decide cambiar el rumbo hacia otro aeropuerto que consideró seguro para evadir la tempestad, dirigiendo el Cessna hacia el poblado de Newton. Pero, a pesar de la maniobra, la pequeña nave entra en un grupo de brumosas nubes que impedían al piloto tener la visibilidad adecuada, desorientándose y quedando a la deriva el aeromóvil.

De pronto, se oye un golpe seco, el diminuto vehículo se había estrellado, impactándose en un viejo roble que se encontraba en medio de un campo. La avioneta recorre varios metros después del impacto, los trozos de la nave quedan esparcidos, deteniéndose el fuselaje a corta distancia del lugar de la colisión.

Los tres pasajeros mueren en el instante del choque, el piloto y Farrell son lanzados quedando a pocos metros de los restos del avión. Rocky quedó con su cinturón de seguridad puesto, atrapado en los residuos de la avioneta, con la cabeza perforada por un fierro.

Un trágico accidente cuyo culpable, como en la mayoría de los casos. fue el piloto, por no acatar las reglas aeronáuticas.

Marciano murió un día antes de cumplir los 46 años. A la fiesta que su esposa le había preparado, Rocky Marciano nunca llegó. Sus restos descansan en el panteón de Fort Lauderdale, Florida.

Reflexionando: la muerte es el único rival que ha ganado todas las batallas al hombre, no hay mortal que la derrote. Puede el ser humano evadirla muchas veces, pero al final irremediablemente cae vencido. La parca no respeta ni distingue estrato social, pobre, rico, intelectual, ignorante. Para ella todos somos iguales y en el momento que decida nos lleva. Es axioma: todo lo que vive tiene que morir, por lo tanto, vivir es caminar irremediablemente hacia la muerte. Descanse en paz eternamente Rocky Marciano. Mérida, agosto de 2023

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