Skip links

La fiesta Brava: una explicación sencilla

Un verdadero conocimiento de todo lo que acontece en la fiesta brava es algo que pocos aficionados tienen: la cultura taurina es amplia y sólo los verdaderos apasionados y estudiosos pueden comprenderla totalmente.

Sin embargo, hay cosas simples que los asistentes al festejo deben saber para su mejor entendimiento.

Pasaré, con esta reseña, a comentar algunas de ellas.

Antes de iniciar un festejo taurino, es costumbre que los matadores se deseen lo mejor y se sintetiza todo en una sencilla frase: “¡Que Dios reparta suerte!”.

Cuando se abre la puerta de cuadrillas, para partir plaza, los matadores se colocan de la siguiente manera: el espada más antiguo va a la derecha, el segundo en orden de alternativa a la izquierda y el más joven se coloca en el centro. El aficionado en ocasiones ve que uno de los toreros va con la montera en la mano, es decir desmonterado. Y eso se debe a que es primera vez que torea en la plaza y en señal de respeto va descubierto.

En el redondel hay pintadas unas rayas, en forma de circunferencia, generalmente blancas, cuya función es delimitar el centro del ruedo con la barrera, acotando donde deben de situarse los picadores al citar al toro.

La lidia se divide en tres fracciones llamadas coloquialmente “tercios”. El primero se denomina la suerte de varas, el segundo es el de banderillas y el último es propiamente la faena de muleta, hasta que el matador dé muerte al toro.

El juez, máxima autoridad en el coso, tiene pañuelos de sendos colores: uno blanco y otro verde. El primero sirve para dar la señal a los timbaleros para hacer los cambios de tercio, o para otorgar los trofeos por la lidia como son orejas o el rabo del cornúpeta. El verde sirve para regresar al burel a los chiqueros por no ser apto para la lidia.

Brindar la muerte de un toro a alguien es común; sin embargo el espada generalmente lo hace al público. En ese caso, alza la montera y hace lentamente un círculo para después arrojarla a la arena, con la intención que los machos queden hacia abajo. Eso significa que habrá buena suerte la faena.

Al concluir el tercer tercio, si el matador ameritó una oreja, pero falló con la espada, el público puede hacer mediante aplausos que el torero salga al tercio. Esas salidas no están reglamentadas, ni el juez puede negarlas o autorizarlas, son facultades que únicamente puede solicitar la afición.

Si la lidia fue excelente, la primera oreja la pide la concurrencia al ondear los pañuelos, y si hay mayoría el juez debe concederla. La segunda es potestad del usía y en ese caso no valen las presiones del respetable.

Para concluir, algo curioso: los que llevan a hombros al torero después de una faena se denominan capitalistas, cobrando por esa actividad. Viva la Fiesta. Que no desaparezca nunca. Mérida, octubre de 2023

Return to top of page