El misterio de Justo Armas
Poco tiempo después del fusilamiento del archiduque Maximiliano de Habsburgo hace su aparición en El Salvador un extranjero culto que hablaba varios idiomas, educado, distinguido, refinado, llamado Justo Armas.
Un arquitecto salvadoreño, Rolando Déneke Sol, a quien durante su niñez su abuela le contaba anécdotas de ese personaje, le intriga tanto que, con el paso del tiempo hace una investigación profunda de los hechos que rodearon al inmigrante, concluyendo lo siguiente:
Maximiliano al igual que Benito Juárez eran masones, tenían una hermandad que los unía y entre hermanos está prohibido matarse, es algo inaceptable. Así que el Benemérito le perdona la vida al emperador y le otorga un salvoconducto para residir en el país centroamericano, con el nombre de Justo Armas. A cambio, éste prometió nunca revelar su identidad, juramento que cumplió hasta su muerte.
Cuando llega a su nueva patria, Gregorio Arbizu, rico comerciante, masón también, lo invita a quedarse en su casa. Armas, de rasgos europeos, y semejante a Maximiliano, nunca habló de su pasado, su origen fue un enigma. Comentaba que sobrevivió a un naufragio y en su desesperación hizo una promesa a la Virgen del Carmen, a quien ofreció que andaría siempre descalzo si conservaba la vida, juramento que cumplió hasta su muerte.
El protagonista vivió en El Salvador más de 60 años falleciendo a la edad de 104 abriles. En su acta de defunción se puede leer en el lugar de nacimiento: Austria.
De los escritos dejados por Armas, se realizaron pruebas grafológicas y los rasgos coinciden con los de Maximiliano. Muchas cosas que Justo conservaba en su casa pertenecieron al monarca.
Antes, durante y después del fusilamiento hubo irregularidades como: días previos a la ejecución, el emperador dejó de asistir al juicio y no estuvo presente en la sentencia, ésta fue pospuesta varios días y cambiaron de último momento la hora.
Además, el día de la ejecución las personas que acudieron se mantuvieron a gran distancia, detenidas por un cordón de soldados.
Cuando el cadáver embalsamado del monarca llegó a Austria siete meses después, su madre la archiduquesa Sofía, al verlo, exclamó: “Éste no es mi hijo”.
La efeméride de Justo Armas es una historia en que dos enemigos se ponen de acuerdo en matar al emperador para salvar al hombre, en que la palabra dada es irrompible y dura toda la vida. Habiendo, lector, analizado las dos versiones del fin de Maximiliano, ¿cuál crees que sea la verdadera? Tú tienes la mejor opinión.