“Maromero” Páez, acróbata del ring
Fue un ídolo del boxeo mexicano durante las décadas de los ochentas y noventas, un pugilista hábil, con buena técnica y fortaleza, capaz de aguantar duros golpes, de fuerte pegada, estilo propio e inconfundible que lo distinguían como algo único.
Tenía una habilidad innata para llamar la atención del público, lo que hizo que televisoras norteamericanas lo buscaran para ofrecerle lucrativos contratos.
Estoy hablando de Jorge Adolfo Febles Páez, conocido en el oficio de las orejas de coliflor como Jorge “Maromero” Páez. El nacido en Mexicali, Baja California, era carismático, excéntrico, pasó de acróbata de circo a campeón mundial.
Constantemente evocaba su paso por las carpas y el recuerdo de su abuela, quien siempre estuvo a su lado en su niñez. En el boxeo, llevó el circo al cuadrilátero, con sus cortes de cabello extravagantes, sus bailes y acrobacias, antes, durante y al final de la pelea, donde era obligada la característica pirueta que emocionaba a la concurrencia. Al subirse al ring portaba los disfraces más estrafalarios, pudiendo arribar al cuadrilátero vestido del héroe de las tiras cómicas, Supermán, o con la indumentaria de una monja, o caso único que nadie se esperaba, se presentó en la arena con traje de novia con todo y velo, de su esposa, con quien recientemente había contraído nupcias, llevando incluso el ligero en la pierna, que se quitó antes de dar inicio el combate.
Ese saltimbanqui de circo llegó a ser campeón mundial en la categoría pluma avalado por el organismo denominado Federación Internacional del Boxeo (FIB).
Al retirarse tenía en sus alforjas un récord de 79 victorias, de las cuales 52 fueron por la vía del cloroformo, 14 descalabros y 5 empates. Defendió nueve veces su diadema. El “Príncipe Payaso”, como algunos cronistas le llamaban, por su personalidad y sus excentricidades, siempre llenó las arenas en donde se presentaba. Al colgar los guantes, cambió las manoplas por las escrituras sagradas de los Testigos de Jehová y se dedicó a predicar la palabra de Dios.
Actualmente como le sucede a la mayoría de los púgiles, tiene problemas económicos, por haber manejado erróneamente las bolsas que ganó en su carrera y, ya presenta lagunas mentales producto de los golpes recibidos en combate. El irreverente y extravagante Jorge Páez, a muchos años de su retiro conserva un legado que sigue impresionando a las generaciones de jóvenes que lo admira.
Para ellos el “Maromero” Páez es un ídolo. Mérida, febrero de 2024