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Un hit insólito: el jonrón dentro del campo

El cuadrangular es un imparable que generalmente consiste cuando el bateador conecta la pelota y ésta sale volando del campo por uno de los jardines, es el jonrón natural.

Sin embargo, este 23 de agosto, en la ciudad de Miami, presenciando la serie de Marlines contra Cachorros de Chicago en el IoanDepot Park, fui testigo de algo raro e inusual en la actualidad: ver un estacazo de cuatro esquinas en el que la esférica no abandona el campo.

Comento: parte alta de la tercera entrada. El osezno Pete Crow-Armstrong en la caja de bateo, del lado de los zurdos, portando el 52 en los dorsales. El lanzador le envía una recta en medio del plato y Pete rasca en las costuras a doña blanca, oyéndose el característico sonido del golpe seco que proyecta una línea hacia la pradera derecha, el jardinero hace por ella, pero ésta pica y rueda hasta lo más profundo del campo. El guardián la persigue, pero la bola choca contra la barda y cambia su trayectoria hacia el jardín central. Mientras tanto, el corredor vuela por las colchonetas, el couch de tercera base, que sigue atento el desarrollo de la jugada, manda al corredor al plato. El receptor espera el tiro del jardín, lo recibe y trata de tocar al corredor que llega barriéndose. El umpire, sin titubear, marca quieto y la concurrencia aplaude frenéticamente… Se consumó la hazaña.

Hay que señalar que, actualmente, los campos son más cortos que los de antaño, precisamente para que haya más espectáculo en cuanto a los jonrones, pues es el batazo que más gusta a la fanaticada. Pero, analizo, si tenemos en cuenta que noventa pies hay de distancia entre cada base, concluimos que son 360 pies (109.73 metros aproximadamente) los que tiene que recorrer el jugador de home a home, y si consideramos que son cuatro segundos en promedio lo que tarda un corredor en alcanzar la almohadilla, se necesitan 16 segundos para hacer todo el circuito, una eternidad beisbolísticamente hablando. En esta ocasión el cachorro Crow-Armstrong hizo en 14 segundos el recorrido y llegó quieto al plato.

Para remarcar la dificultad de ese batazo baste señalar que hasta esa fecha (23 de agosto) se habían conectado 5,384 jonrones volándose la barda y únicamente 10 dentro del campo, es decir el 0.2 por ciento. Esa estadística demuestra lo intrincado que es ese inatrapable, que requiere mucha rapidez al recorrer los senderos o aprovechar errores defensivos o situaciones inusuales. En esta ocasión no fue el caso, fue un correr acertado a un batazo donde la fortuna puso lo suyo.

Por cierto, tuvimos la suerte de saludar al Jugador Mas Valioso de la Serie Mundial de 2016, Ben Zobrist, quien estaba sentado con su esposa una fila adelante en el estadio. Con esa corona, los Cachorros pusieron fin a una sequía de campeonatos que fue de 108 años. Mérida, agosto de 2024.— Rafael J. Ramos Vázquez

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