El salto de altura, un elegante desafío
El salto de altura es una prueba de atletismo que consiste en sobrepasar, sin ninguna ayuda, una barra horizontal llamada listón, colocada a una determinada altura entre dos postes verticales, separados por una distancia de cuatro metros.
Esa competencia consta de cuatro fases.
La aproximación, consiste en la carrera que realiza el competidor para llegar al área del brinco; el despegue, cuando el atleta se impulsa con el pie ya estando próximo a la valla; el vuelo, es propiamente el momento en el cual el cuerpo del saltador está en el aire pasando la barra, hasta que toda su figura haya librado el obstáculo limpiamente y, por último, el aterrizaje, se da cuando, superada la barra, el contendiente cae sobre un recipiente lleno de esponjas.
Para esa actividad, llamada también salto alto, es necesario tener habilidad, unas poderosas piernas, elasticidad y una buena técnica. Es una prueba desafiante y tal vez la más elegante de las competencias del programa de pista y campo.
Se puede decir que todos los saltadores desafían la ley de la gravedad. Su origen se remonta a la Grecia antigua y la particularidad de esa competencia es que, quizá, es la que más ha evolucionado con el paso de los años, de “brincar” literalmente el listón, pasando por los estilos de rodillo, hasta llegar a nuestros días al conocido “estilo Fosbury”.
En los Juegos Olímpicos ningún competidor ha conseguido dos preseas doradas en esta modalidad, es decir cada cuatro años un saltador diferente se corona, lo que indica el grado de dificultad del evento.
Actualmente, el poseedor del récord mundial es el cubano nacido en el Limonar, Javier Sotomayor Sanabria quien, en el año 93 del siglo pasado, después de una veloz carrera, con un salto poderoso y una coordinación perfecta, salvó limpiamente la valla que se encontraba colocada a una altura de 2.45 (dos metros con cuarenta y cinco centímetros), y para ello utilizó el “estilo Fosbury”. El récord del antillano permanece incólume y treinta años después se antoja imbatible, a pesar del numeroso contingente de saltadores que han pretendido derribarlo.
Opino que esa plusmarca impuesta por el caribeño será difícil de rebasar y permanecerá muchos años más. Hay que darle tiempo al tiempo para corroborarlo. Mérida, agosto de 2024