Le llamaban “La casa de los horrores”, estaba en un edificio en Berlín cuya dirección era Priz-Albrecht-Strasse número 8. Allá tenía su asiento principal una organización cuyo objeto era investigar, perseguir y reprimir actividades que se consideraban dañinas al gobierno nazi, era la Policía Secreta del Estado, cuyo acrónimo es Gestapo.

Esta corporación tiene sus antecedentes en la Policía Secreta Prusiana, creada antes que Hitler llegara al poder. Cuando éste asume el mando cambia a su director Rudolf Diels por Hermann Göring, gente de confianza, quien la reestructura y amplía su jurisdicción a toda Alemania y territorios ocupados. Ya instaurado el Tercer Reich, la Gestapo se dedicó también a combatir y eliminar a los marxistas y comunistas del país teutón.

Esa institución tenía funciones extralegales, capturaba y ponía en la cárcel a cualquier persona sin necesidad de procedimiento. Bajo la figura denominada “custodia preventiva” podía detener al ciudadano sin imputación de cargos y sin defensa legal y, todavía peor, al detenido se le hacía firmar su conformidad del arresto. Con esa carta en blanco la Organización del Mal persiguió, torturó y asesinó a millares de personas.

Paralelamente a esa entidad el partido nazi creó una organización hermana, el Servicio de Seguridad, conocido como los SS, escuadrón que en un principio era la guardia personal del Führer, encargada de su protección, hasta convertirse en una escuadrón de élite del estado nazi, cuyo símbolo era la temida calavera con dos huesos entrelazados.

Bajo la férrea mano de Heinrich Himmler, ambas entidades se fusionan, constituyendo la organización más temible y aterradora de Alemania y países invadidos. En las postrimerías de la Segunda Gran Guerra cesaron las arbitrariedades de esos entes del mal.

Cuando los Aliados, a través de los rusos, llegaron a Berlín e ingresaron al edificio de la corporación, se percataron que sus integrantes habían quemado todos los archivos. Tiempo después el general Dwight Eisenhower decretó su desaparición.

La humanidad espera que nunca más haya un organismo tan maligno y represor como la Gestapo.

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