La perdición de un ícono del béisbol
Pete Rose
Pete Rose y las apuestas
Rafael José Ramos Vázquez (*)
El dealer se acerca y le pregunta: ¿cuánto va a apostar hoy? El aludido lo piensa unos momentos y responde: “Esta vez sólo mil dólares, a favor de los Rojos”.
Quien hace el trato es un mánager de Grandes Ligas que cuatro horas después entregará su line up al jefe de los umpires. Su nombre: Peter Edward Rose, conocido en el béisbol como Pete Rose.
Irónicamente, a pesar de ser un jugador hábil, agresivo, y violento, fue en el campo de las apuestas, y no en el diamante, donde tuvo los problemas que le costaron no ser elegible de por vida para ingresar al Salón de la Fama del Beisbol, sueño de todo jugador de Grandes Ligas. También pasó cinco meses en una cárcel federal, acusado por los recaudadores fiscales de Estados Unidos de no pagar impuestos.
Pese a eso, la vida deportiva de este jugador fue extraordinaria. Tiene récords difíciles de igualar.
Portador del número 14 en los dorsales, jugó lo mismo en el cuadro que en los jardines, y participó más de 500 partidos en cinco posiciones diferentes. Bateador ambidiestro en la mayoría de los partidos fue primero en la alineación, lo cual influyó para alcanzar las marcas que posee. Jugó 24 temporadas, participó en 3,562 juegos, tiene más apariciones que nadie en la caja de bateo, con 14,053 veces. Pero el más grande logro en su haber es el de 4,256 imparables, que lo sitúan en el primer lugar de este departamento, superando a Ty Cobb 57 años después que el “Melocotón de Georgia” dejara su marca en 4,191.
Estos jugadores son los únicos en el club de los 4,000 jits, y creo que permanecerán solos por muchos años. Aunque en justicia señalaré que tiene Pete 2,600 veces más al bate que Cobb y su porcentaje de bateo de por vida es .303 contra .369 de Cobb, quien es considerado por la crítica como el jugador más ofensivo que ha dado el beisbol en todos los tiempos.
A pesar de todo podemos llamarle a Rose el “rey del hit”. Y presume cuatro anillos de Serie Mundial, un escenario en que brilló intensamente.
Como jugador recibió pocos pasaportes y casi siempre ponía la bola en juego y era una persona competitiva y consistente. Es clásica su llegada a base lanzándose de cabeza para alcanzar la colchoneta, siempre tratando de alcanzar una base extra.
Los Rojos de Cincinnati, con los que jugó la mayoría de sus años, le rindieron homenaje al entronizarlo en el Salón de la Fama del equipo; sin embargo, la pregunta obligada es: ¿se debe de aceptar en el Salón de la Fama de Cooperstown a Pete?
Difícil respuesta. En su beneficio podemos decir que sus errores y apuestas no influyeron para conectar los hits, al menos eso sabemos. Eso ocurrió fuera del terreno de juego y no afectó para nada su rendimiento.
Por los tiempos, pienso que en vida no tendrá el honor de ser exaltado a ese recinto. Quizá después de su muerte se le haga justicia.
Las apuestas perdieron a un Pete Rose brillante.
Sabemos que mientras exista la humanidad habrá vicios y que éstos se aprenden sin necesidad de maestro. Nadie está libre de cometer errores, pero la persona honorable, por convicción, debe evitarlos. Mérida, Yucatán, octubre de 2018