El trabajo y la acción, las bases de la religión persa
Rafael José Ramos Vázquez (*)
Cuando el visitante pone un pie en Irán, los persas lo invaden, transportándolo al pasado. Con una historia milenaria, los persas son un pueblo con identidad propia que florece varios siglos antes de Cristo.
Persépolis, obra de Darío y Jerjes, fue la capital de esta civilización. Hoy se encuentra en el centro de Irán y fue construida durante el apogeo de este imperio, protegida por una fortaleza; fue destruida por Alejandro Magno. Sin embargo, a pesar de todo, se puede apreciar su grandeza en monumentos que todavía existen.
Muchas son las maravillas de este pueblo que asombra al visitante, pero una de las cosas que más llama la atención es su religión, llamada Mazdeísmo, una palabra que en sentido amplio significa “re-unir”.
Su fundador y profeta fue Zaratustra, Zoroastro para los griegos, que significa “el hombre de los camellos viejos”. Florece seis siglos antes de Cristo. Su libro sagrado es el Zend Avesta, que quiere decir Fundamento; en él habían dos espíritus: Ahura Mazda, que representaba el bien, y Angra Mainyu, que era el mal.
Es el primer dogma monoteísta, que incluía un Juicio Final, en donde el fallecido era juzgado por las acciones que había realizado en vida y de eso dependía su futuro en la nueva.
Existían los conceptos de cielo e infierno, de ángeles y demonios. Para esta doctrina el infierno o purgatorio no era un lugar de castigo o sufrimiento, sino algo donde al pecador se le da una oportunidad para que aprenda de sus errores, los enmiende y pueda entrar al reino de los cielos. Este credo se funda en el trabajo y la acción, no en la oración o los rituales.
Está representada por el fuego, elemento que todo lo purifica. Para ella el mal únicamente se encuentra en la mente de los mortales. Muchos siglos después, y a pesar de que Irán es hoy una república islámica, existe gran número de adeptos, que creen fervientemente y practican sus rituales como en el pasado.
Influencia
La fe persa influyó en otras muchas a futuro, sus principios fueron trasladados con diferentes nombres, pero conservando la esencia y pensamientos.
Para concluir señalaré que su fundamento se basa en los siguientes axiomas válidos para todas las creencias: buenos pensamientos, buenas palabras y buenos hechos. Quien siga estos postulados tiene asegurado un lugar en el cielo, sin importar la religión que profese.
Abogado y empresario
“La fe persa influyó en otras muchas a futuro, sus principios fueron trasladados con diferentes nombres, pero conservando la esencia y pensamientos”