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Benedicto XVI, un ser excepcional

El alemán Joseph Aloisius Ratzinger es el papa número 265

 

Rafael J. Ramos Vázquez(*)

Benedicto XVI es protagonista del acto más heroico que alguien pueda realizar en la Iglesia Católica; para hacerlo se necesita mucho valor moral, entereza, rectitud de pensamiento y honestidad con el mundo y los creyentes de los cuales es líder. Dimitir al poder, a las lisonjas, a ser la primera figura en el orbe, a dejar de ser la cabeza de una religión que cuenta con cerca de dos mil millones de fieles, resultaba casi imposible de creer.

Para cesar como jefe de Estado, dejar de ser el Vicario de Cristo se necesita ser un humano excepcional que esté en perfecta comunión con Dios. Recto, honesto y que ha meditado perfectamente el acto, y con valor inaudito, proclamar ante el mundo, el 11 de febrero de 2013: “En total libertad declaro que renuncio a ser Obispo de Roma y Sucesor de Pedro”. Decisión que se hizo efectiva el día 28 de ese mes. Hacía más de 600 años que un pontífice no abdicaba voluntariamente a ser el Vicario de Cristo. El alemán Joseph Aloisius Ratzinger lo hizo. Ese acto, será tal vez, por el cual pase a la Historia.

A la muerte de Juan Pablo II, el Cónclave en su segundo día y después de cuatro rondas de votación, elige como papa número 265 a Joseph Ratzinger, quien pide sea llamado Benedicto XVI.

Ese papa es un teólogo, sumamente culto, inteligente y metódico, habla 10 idiomas y en sus ratos libres toca el piano; ha recibido el doctorado Honoris causa de diferentes organismos en ocho ocasiones.

Su pensamiento es conservador, estuvo en contra de las ideas del control de la natalidad, rechazó la unión entre personas de un mismo sexo y fue la persona de más confianza de Juan Pablo II, quien le encargó varios proyectos trascendentes, entre otros fue el creador del nuevo Catecismo de la Iglesia Católica. Además, desempeñó el cargo mientras fue Cardenal de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, una de las carteras más importantes del Vaticano.

Durante su papado la Iglesia mantuvo su línea conservadora, acorde con su mentalidad y lineamientos. Su filosofía señalaba una gran verdad: “El cristianismo occidental vive hoy una era neopagana, marcada por la idolatría al dinero, el prestigio, el placer y el poder, por ello la persona está aislada y desorientada y la sociedad desprovista de valores”.

En sus ocho años de líder eclesiástico erigió a 90 Príncipes Cardenalicios.

A su retiro habitó primero en Castel Gandolfo y después en el monasterio Mater Ecclesiae dentro de los muros del Vaticano, donde actualmente vive. Tiene el título de Papa Emérito y como hecho único, dos Papas viven a poca distancia uno del otro.

Hay dos anécdotas que sucedieron el día de su elección: La primera, cuando fue electo comentó “le dije a Dios ‘por favor no me hagas esto…’, evidentemente, esta vez Él no me escuchó”.

La segunda, Ratzinguer, como buen alemán, es parco y de pocos amigos, sin embargo siendo Cardenal hace una camaradería muy cercana con otro príncipe de la Iglesia, con quien compartía muchos momentos agradables, durante los pocos ratos que ambos tenían libres y llegaron a forjar una amistad sincera. Cuando es electo papa, en el momento en que todos los Cardenales pasan en procesión a la ceremonia de besarle la mano al nuevo pontífice, en el instante que fue turno de su compañero, Ratzinguer lo toma de los brazos, lo levanta y le dice: “Tú eres mi amigo”, y éste le contesta “Sí, es verdad, pero ahora tú eres Pedro y te debo obediencia y sumisión”. Acto seguido se hincó y le besó la mano.

Abogado y empresario. WhatsApp 9999-00-00-44

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