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El Santo Sepulcro, una tumba desierta, pero que rebosa de fe

Punto de vista… Viajes

Rafael J. Ramos Vázquez(*)

Un lugar obligado para el viajante cuando está en Jerusalén es visitar el Santo Sepulcro. En ese pequeño sitio la historia cobra vida y el turista puede trasladarse y viajar 2,000 años en el tiempo; es el punto donde según las Sagradas Escrituras aconteció un suceso fundamental de la fe cristiana: la crucifixión, sepultura y resurrección de Jesucristo.

El Santo Sepulcro es considerado, según la tradición, la zona oficial donde se encuentra la tumba de Jesús. Vamos a remontarnos a esa fecha, tratando de describir dónde fue ese acontecimiento; activemos nuestra imaginación y viajemos por el tiempo.

Originalmente ese lugar estaba en las afueras de Jerusalén y era un huerto de regular tamaño, de aproximadamente 500 metros cuadrados de superficie; donde había un montículo de piedras y una tumba sin utilizar; ese lugar era propiedad de un comerciante llamado José de Arimatea.

En esa pequeña elevación de rocas fue donde pusieron las cruces, la de Jesús, Dimas y Gestas, compañeros de martirio. Ese vergel se llamó en arameo Gólgota, que significa calavera porque era una zona donde se enterraban a los difuntos; en latín Calvario: allá tuvo lugar la Crucifixión.

En esa área después de la muerte del Señor, el cuerpo fue lavado y se aplicaron aceites yaciendo el Redentor sobre una piedra a pocos metros de la cruz; posteriormente fue colocado en la tumba, situada a escasa distancia donde su cuerpo fue ungido.

Toda esa gesta histórica donde la Biblia adquiere significado, es el lugar más santo de Jerusalén: el hecho sucedió en un área relativamente pequeña.

Con el tiempo, Jerusalén fue invadida varias veces y durante la dominación romana, en ese lugar se erigió un templo pagano. En el año 300 aproximadamente, cuando el emperador del Imperio Romano era Constantino, su madre Elena visitó Jerusalén en busca del lugar donde sucedieron los hechos bíblicos y después de haber identificado el lugar, Constantino, un ferviente católico, a petición de su progenitora, autorizó la demolición del templo y la construcción del Santo Sepulcro: donde está hoy día.

Regresemos al presente: El turista, después de caminar por la vía Dolorosa llega a una explanada que conduce a la puerta de la Iglesia del Santo Sepulcro. Esa Basílica es una estructura con varios sectores; en uno, el paseante puede entrando por unas escaleras, ver y tocar la roca donde fue colocada la cruz. En otro, la piedra donde el Salvador fue ungido y preparado para ser puesto en el cenotafio, la cual es factible tocar; ante ella la mayoría de la gente se inca, ora y la besa.

Por último, debajo de una cúpula en una construcción pequeña, tipo capilla, cuya entrada es una puerta reducida, a través de la cual al inclinarse entra a una diminuta cámara cuadrangular, brillantemente iluminada por lámparas de oro y plata, en ese sitio preciso el visitante se encuentra en El Santo Sepulcro.

No se pueden describir las sensaciones que se perciben al estar en ese sagrado lugar, es una experiencia única, el católico tiene que experimentarla. Pero lo más increíble: es una tumba vacía, pero llena de fe.

Abogado y empresario.

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