El político mexicano, su perfil
Punto de vista… política.
Rafael J. Ramos Vázquez (*)
Alguien señaló: la política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos. Una gran verdad.
No tengo elementos para opinar de los políticos de otras naciones; seguramente hay buenos y malos, pero son los de nuestro país los que nos interesan, porque sus acciones inciden directo en el bienestar o desdicha de la ciudadanía nacional.
Trataré de dar mi opinión respecto a los políticos mexicanos en general, considerando que puede haber quienes no encuadren en ese prototipo, aunque creo que serán pocos.
¿Qué es en México un político? En la generalidad de las veces, es gente que no ha incursionado en áreas productivas, educativas o científicas. Son personas que, sin generar utilidad, viven del presupuesto.
Lamentablemente a quien ingresa en ese campo de la política lo mueve más la ambición o el lucimiento personal que servir a la sociedad. Ya estando en la política, empiezan a tomar opciones para escalar y ver solo por su provecho personal, por su bienestar económico y no por trabajar para la ciudadanía.
Se ha visto que es difícil que los políticos dejen a un lado sus intereses personales. Una vez que están en el poder, se olvidan de sus promesas de campaña y, en la gran mayoría de las veces, de sus principios morales.
Por eso, es una realidad que al candidato se le elige más por las promesas que por sus obras. Recientemente, en México, el político se ha convertido en un producto de marketing, en donde para triunfar, sus asesores lo convierten en un actor o actriz para que con su “encanto” pueda ser un buen producto electoral que entre en la mente de los votantes. No se busca capacidad, honradez o trabajo; no, se pretende que el candidato gane votos con promesas y una buena imagen de su persona. Ya es común el abrazo a la gente y las selfies: dan buenos resultados. Y el electorado, de baja autoestima, con eso se conforma.
En realidad, el político más que destacar por sus atractivos físicos, debe sobresalir por su talento, competencia, inteligencia, honestidad y trabajo.
¿Qué debe ser la política? Un apostolado, como muchas profesiones, sin fines de lucro, pero teniendo lo suficiente para vivir como muchos profesionistas, decorosamente. El político, debe de ser un verdadero patriota, comprometido con el servicio, que ame a México y que quiera lo mejor para la sociedad, desde el ámbito donde se desempeñe, federal, estatal o municipal.
El gobierno debe estar en manos de la gente mejor preparada, de seres honestos, que quieran trascender como estadistas, que quieran ser recordados como personas cuyas obras favorecieron a la colectividad y que dejen un legado para el futuro. Que deseen pasar a la posteridad como ejemplos de trabajo y honestidad, no como ahora terminan bastantes, como gente corrupta.
Necesitamos que ciudadanos intachables, íntegros y trabajadores hagan política en México y no le dejen el campo abierto a personas sin honor que todo lo que buscan es llenarse los bolsillos sin importarles la patria. Desafortunadamente, los malos políticos, que son un buen número, mantienen secuestrado al país, no son más de veinte mil los que manejan a su antojo a 120 millones de ciudadanos, a todo México.
El ciudadano pensante debe de tomar conciencia de eso y participar más en la política, que le han dejado a individuos corruptos en su mayoría, con los resultados que están a la vista. Hay que transformar a los partidos políticos, que ingresen a sus filas personas cultas, éticas, honradas y patriotas. Hay un gran número en la ciudadanía y sacar a los deshonestos. Que se vayan a otra actividad a realizar lo que no hacen en política, trabajar honestamente.
Actualmente por la forma, decisiones y conducción del gobierno de la 4T, los mexicanos exclaman: “¡Estábamos mejor cuando estábamos peor!” Pobre México.— Mérida, Yucatán.
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Abogado y empresario.