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Un bello ángel con raqueta: Chris Evert

Punto de vista… Tenis

Rafael J. Ramos Vázquez (*)

La belleza en el tenis siempre ha existido. Hoy hablaré de la clásica joven americana de los años setenta, guapa, menuda, femenina, con su melena larga, su cola de caballo o valerinas en el pelo.

Una tenista con carisma, con estrella. Su timidez, belleza y serenidad conquistaron a los aficionados y prensa de esa época. Era el prototipo de mujer agradable y sencilla, pero con recia personalidad, generalmente vestía con una falda color blanco durante los juegos, lo que le daba un toque de majestuosidad.

Su nombre de pila: Christine Marie Evert. Para el mundo tenístico, la inmortal Chris Evert.

Natural del estado de Florida (nacida en 1954), inicia desde muy joven su aventura en las canchas y antes de los veinte años ya había ganado un Grand Slam. Chris era una tenista con ángel, jugaba desde la línea el fondo y fue considerada la perfección en ese lugar de la cancha, donde imprimía milimétrica precisión a sus golpes; utilizó como nadie el revés a dos manos, una de sus armas favoritas, la cual popularizó en las canchas.

Poseía un estilo único, que combinaba su agilidad, paciencia y un contraataque veloz en el momento preciso. Además, su padre le enseñó a ser tranquila y reservada y nunca demostrar sus emociones durante el juego, consejo que acató durante toda su carrera. Eso desquiciaba a sus oponentes, por lo que fue llamada “La princesa de hielo”.

Tenista diestra, fue la reina en tierra batida, su superficie preferida, donde obtuvo siete coronas en Roland Garros, además conquistó seis diademas del Abierto de Estados Unidos, tres veces en Wimbledon y dos en Australia. Una colección total de 18 Grand Slams. De los 56 grandes torneos en los cuales participó, en 52 oportunidades llegó cuando menos a semifinales y 34 veces jugó en la final. En un ejemplo de constancia durante 13 años consecutivos ganó cuando menos un torneo grande.

Cinco años terminó como la numero uno del mundo y fue presidenta durante varios años de la Asociación de Tenis Femenino (WTA). Durante su carrera acumuló 157 títulos individuales. En el año 1974 estableció el récord de 56 partidos ganados consecutivamente. Tuvo una gran rivalidad con la checoslovaca Martina Navratilova, contra quien jugó 14 grandes finales, ganándole a Martina sólo cuatro.

Al retirarse, tenía en sus alforjas 1,309 victorias contra solamente 146 derrotas, con un porcentaje de efectividad de 89.9 %. Esos números la hacen una tenista excepcional.

En su época, en la rama varonil brillaba un joven llamado Jimmy Connors, con quien se comprometió. Eran la pareja ideal para todos, pero esa dicha no duró mucho y pocos meses después de anunciado el compromiso, éste fue cancelado.

Chris, fue sin duda un ícono y la reina del deporte blanco durante la década de los setenta. Su juego, gracia y simpatía fueron luz que iluminó el firmamento tenístico femenil de esos ayeres. Ella misma ha declarado que su vida se puede dividir en tres etapas: la primera, que se basó totalmente en el tenis, que le dio fama, donde logró su objetivo y llenó su meta como deportista; la segunda, donde formó una familia y creció a sus tres hijos, llenando su papel de madre y mujer, y la tercera, en donde está ahora, tratando de buscar la felicidad y la paz interior, como persona.

No dudamos que con el esfuerzo con el cual conquistó las dos primeras, la última es un hecho que la obtendrá. Suerte Chris.— Mérida, Yucatán, septiembre de 2020.

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