La coronación de un joven maestro
Punto de vista… tenis
Rafael J. Ramos Vázquez (*)
Se sellan los estadios y se guardan las raquetas.
Concluyó la temporada de tenis en un año totalmente atípico para el deporte y la vida.
La Copa de Maestros o “ATP Finals” es el colofón del calendario. Ese evento cumplió 50 años pues desde 1970 se realiza anualmente. Durante medio siglo, 25 tenistas lo han ganado cuando menos una vez y se ha jugado en 14 ciudades distintas. Hoy, después de doce años de efectuarse en la Arena O2, en Londres, cambia de sede y en el 2021 se realizará en Turín, Italia.
Ese desafío es un torneo de élite, de los mejores, lo juegan los ocho tenistas que han alcanzado la mayor cantidad de puntos durante el año, en los diversos certámenes del calendario. Estrellas antiguas como Sampras, Connors, Borg, Becker, Lendl y actuales como Federer y Djokovic, han tenido el codiciado trofeo en sus manos. Es una lid donde acuden las mejores raquetas, y al comenzar el año todos compiten por un lugar.
Es el segundo certamen en importancia después de los Grand Slams y único donde el ganador puede obtener 1,500 puntos si sale victorioso en cada duelo. Explico: se forman dos grupos de cuatro elementos cada uno y juegan entre sí, coloquialmente llamado “round robin”. Por cada victoria en esa fase se adjudica 200 puntos el triunfador y cero el perdedor. Pasan a la siguiente ronda, semifinales, los dos primeros de cada conjunto que hayan obtenido más victorias, en igualdad de éstas, quien haya ganado más sets y en coincidencia el que haya conseguido más “games”.
Cada ganador de la semifinal obtiene 400 puntos, el campeón de la final cosecha 500 unidades. Es posible que quien se adjudique el trofeo haya perdido un partido en la primera fase, por lo que sólo obtendrá 1,300.
Ahora bien, este año 2020, el ruso Daniil Medvedev y el austríaco Dominic Thiem disputaron la final, ambos llegaron con la moral por las nubes, ya que habían eliminado en las semifinales, respectivamente, al número uno y dos, Novak Djokovic y Rafael Nadal. Eso indicaba que, por sexto año consecutivo, el trofeo lo levantaría un jugador diferente al campeón anterior. La final fue un juego ríspido, no elegante, difícil para ambos, que ganó Daniil en tres reñidos sets para cerrar una temporada increíble.
Al concluir el ruso reconoció que era la victoria más dura de su vida, convirtiéndose en el primer jugador en la historia del torneo en derrotar a los números 1, 2 y 3 del ranking mundial. El futuro del ruso es bueno, solo debe de estar tranquilo y concentrarse más en su juego y no perder la cabeza. Ahora con el trofeo en las manos tiene sobre sus hombros la responsabilidad de muchas expectativas para la nueva generación de jóvenes.
La afición espera que esté listo para mejores metas y que rompa la maldición de los últimos cuatro campeones: Murray, Dimitrov, Zverev y Tsitsipas quienes no ganaron ningún Grand Salm durante su reinado.
Hoy, el ruso aprendió que los trofeos vienen a través de la dedicación, el sacrificio y porque no, del fracaso. Enhorabuena, Maestro.— Mérida, Yucatán, diciembre de 2020.
*Abogado y empresario