Mickey Mantle: la grandeza de un ídolo
Punto de vista… béisbol
Séptima entrada, con dos fuera. El lanzador envía una bola rápida por en medio del plato, el bateador hace un poderoso swing y se oye el sonido inconfundible del madero conectando sólidamente la esférica. El descomunal batazo hace que la pelota salga catapultada sobre la barda del jardín derecho, la rebasa limpiamente, sale del estadio, cruza la avenida y cae en un patio ubicado frente al estadio.
Es el estacazo más largo de la historia medido con exactitud, hasta el lugar donde cayó la canica. Era el 10 de septiembre de 1960. Sucedió en el antiguo Estadio Briggs, actualmente la casa de los Tigres de Detroit, que jugaban contra los Yanquis de Nueva York.
El cuadrangular fue de ciento noventa y tres metros y está registrado en el libro Guinness de hazañas deportivas como el más largo en las Grandes Ligas. El autor es Mickey Mantle, para los críticos, el bateador ambidiestro más grande de las Ligas Mayores.
Mantle jugó toda su carrera de 18 años con los neoyorquinos, portando el número 7 en su uniforme, primeramente como jardinero derecho y posteriormente patrullando la pradera central. Tenía una fuerza y poder natural en su bateo, aunado a su versatilidad, buena vista y un swing único, que le permitía batear bambinazos con facilidad.
Se puede concluir que tenía una mecánica perfecta para conectar el batazo de cuatro esquinas. El lanzamiento que mejor se le acomodaba era el cambio de velocidad. Cuando conectaba el jonrón, siempre recorría las colchonetas con la cabeza baja, por respeto al lanzador.
Mickey jugo 18 años con los Mulos y participó en 12 Series Mundiales, obteniendo la corona en siete ocasiones. En 1953 ganó la Triple Corona con un porcentaje de .353, 52 jonrones y 130 producidas. Sin embargo, Mantle durante su carrera tuvo en las piernas varias lesiones graves, habiendo sido operado en seis ocasiones, aunado a problemas de osteomielitis adquirida de joven por una infección.
Jugó con mucho dolor durante gran parte de su carreta y dijo: “Siempre amé el béisbol, pero cuando mis piernas no me dolían, era más fácil amarlo”.
En las postrimerías de su carrera decía: “pegarle a la pelota era fácil, correr las bases era lo difícil”. Lamentablemente Mantle tenía una debilidad: era alcohólico y bebía todos los días. Ese vicio y lesiones acortaron su carrera, ya que muere a los 63 años de cirrosis hepática.
Hay una anécdota que sucede poco ante de fallecer, cuando se encuentra con su compañero de equipo Yogi Berra, Mantle le dice: “Tú también fuiste muy bueno, Yogi”. Y éste le contesta: “Tal vez, pero yo no era Mickey Mantle, nadie lo será”.
Cierra su libro de récords con 536 cuadrangulares. Si Mickey hubiera estado sano y libre del vicio, sus estadísticas hubieran sido diferentes a las de hoy. A pesar de todo fue un héroe para una generación de jóvenes que lo veneraron.
Reflexiono: nadie en este mundo es perfecto, un solo vicio es suficiente para destruir la gloria y, de todos, el alcohol es el más antagónico con la grandeza.