“El Finito” López, gloria dentro y fuera del ring
Punto de vista… boxeo
Rafael J. Ramos Vázquez (*)
“Un bulto mexicano para Hideyuki Ohashi”. Así publicó un rotativo nacional cuando Ricardo López Nava, “El Finito”, partió hacia Japón para enfrentarse al campeón de las 105 libras del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
Nadie creía en el mexicano, pues ningún contendiente deseaba pelear con el titular reinante, quien había noqueado a un oponente que días después falleció. Pero el 25 de octubre de 1990, Ricardo se corona como rey de peso paja, derrotando en el quinto asalto al japonés.
A partir de ese momento inicia la brillante historia de ese pugilista. Estuvo sentado en el trono y lo defendió 21 veces consecutivas, hasta su retiro, superando el récord del yucateco Miguel Canto. Para la crítica, López es el mejor peso mínimo de todos los tiempos.
El nacido en Morelos se inicia desde temprana edad en el boxeo amateur y posteriormente incursiona en el profesionalismo de la mano de Arturo Hernández. Por azares del destino “El Cuyo”, enfermo, no lo pudo acompañar a su aventura de coronación, falleciendo un mes después de la proeza de su alumno. Ignacio Beristaín se convierte en su nuevo entrenador.
Disciplinado
López Nava era un pupilo disciplinado y entregado, desarrolló un estilo elegante, técnica depurada, piernas ágiles; de pegada precisa, contundente e implacable. Un atleta de movimientos armoniosos conjugando en él una combinación perfecta de boxeo puro, según los cánones, con puños demoledores, atributos que son difíciles de hallar juntos en un mismo púgil.
En palabras sencillas era un esgrimista con pegada contundente, la perfección en el deporte de las orejas de coliflor. Por su boxeo excelso un comentarista televisivo le puso el sobrenombre de “El Finito”.
Sin derrotas
Durante su carrera nunca perdió y visitó la lona solamente una vez, ante el nicaragüense Rosendo Álvarez, con quien tuvo su único empate. Su palmarés al retirarse fue de 51 victorias, 38 por la vía del cloroformo, y un empate. Abdicó al título invicto cuando consideró que era el momento.
Ricardo López es un ejemplo del deportista que sabe el instante preciso para dejar el duro oficio, se retira a tiempo, no por sus oponentes. Es el modelo de un personaje exitoso fuera y dentro del cuadrilátero, con una vida sana, dedicado a su familia, con recursos suficientes obtenidos sobre el ring para vivir bien hasta el final de sus días.
Fue un gran campeón y es un hombre triunfador. Pocos casos como el suyo en la historia del boxeo mexicano. Ojalá sea el modelo para los jóvenes principiantes. Si las peleas se ganan con inteligencia y estrategia, incluyendo el combate más duro, que es la vida, sin duda Ricardo “El Finito” López siempre será un campeón invicto.
*Abogado y empresario