El brazo izquierdo de Dios
Punto de vista… béisbol
Por Rafael Ramos Vázquez (*)
Sandy Koufax no fue un astro, fue un cometa, con una cauda que alumbró el firmamento del béisbol durante una década, pero en sus últimos cinco años, con fulgor y luminosidad brilló como nadie en este deporte.
El joven Sanford Braun toma el apellido del segundo marido de su madre para ser conocido en el cosmos beisbolístico como Sandy Koufax. Comentan historiadores que para firmarlo le hicieron una prueba en presencia del mánager de los Dodgers, Walter Alston. El gerente general Al Campanis se paró en la caja de bateo y Koufax hizo sus lanzamientos. Cuando terminó la prueba Campanis le dijo al oído a Johnson: “Los vellos de mis brazos se erizaron, y la única vez que me había pasado eso fue cuando vi la Capilla Sixtina”.
Debuta en 1955, y sus primeras temporadas fueron irregulares, de altibajos, no jugaba constantemente, lo que ocasionó que al concluir la campaña regular del año 60, decepcionado, arroja sus zapatos y guante al basurero del club y pide su cambio. A partir de 1961, sin embargo, llega a la rotación de forma permanente y sus números mejoran en grande.
En sus inicios su mecánica de lanzar no era la apropiada ya que levantaba demasiado el pie, lo que le impedía ver la zona de straic. Tiraba a gran velocidad, pero con poco control. Al perfeccionar su técnica modificó su mecanismo, generando lanzamientos de gran velocidad producto de una coordinación de piernas con espalda y además un control casi perfecto en sus disparos. Su repertorio era básicamente dos lanzamientos: una recta y una curva giratoria, que mezclaba con el cambio de velocidad y el tenedor.
A partir de 1962 su velocidad y control adormecieron a los enemigos. Ese año labra su primer juego sin hit y poncha en la primera entrada a los tres bateadores en nueve lanzamientos, igualando ese récord y es el primero en lograrlo en la entrada inicial.
En 1963 realiza su segundo “no hit” y gana la Triple Corona y el Cy Young por votación unánime. Ese año se enfrentaron los Esquivadores a los temibles Yanquis en la Serie Mundial, ganando Sandy dos juegos e imponiendo en uno la marca de 15 ponches. Al concluir el juego el ocurrente Yogi Berra dijo: “Ya veo porqué ganó 25 juegos, lo que no entiendo es cómo pudo perder cinco”.
En 1964 materializa su tercer sin hit, y en un juego nuevamente poncha a tres bateadores en nueve lanzamientos, siendo hasta ahora el único serpentinero en lograrlo en la Liga Nacional. Al concluir la temporada le diagnostican artritis y le aconseja el médico retirarse. Desoyendo al galeno lanza en 1965, teniendo una tremenda temporada: labra un juego perfecto, gana nuevamente la Triple Corona y rompe el récord de anestesiados, con 382, estadística que permanece vigente en la Nacional. De manera unánime le otorgan el Cy Young.
En 1966, su último año, con el brazo prácticamente desbaratado y lanzando cada cuatro días, logra récord de 27-9. Al concluir la Serie Mundial, que perdieron los Dodgers, anuncia su retiro, en el cenit de su carrera, a los 30 años.
Cuando lo entronizaron al Salón de la Fama se convirtió en el pelotero más joven en conseguirlo, a los 36 años. Sandy Koufax lanzó como nadie lo había hecho, por eso tenía el sobrenombre de “El brazo izquierdo de Dio”. Mérida, mayo de 2021