La Sagrada Familia, regalo de Dios
Punta de Vista… Viajes
Rafael J. Ramos Vázquez (*)
En la calle Mallorca, en Barcelona, hay un monumento católico: un tesoro español. Ese ícono es un himno de alabanza a Dios, para muchos críticos es la representación de la Biblia en piedra. Esa iglesia es el emblema de la ciudad catalana.
Iniciada en 1882, todavía está inacabada, pero es una belleza. Me refiero al Templo de La Sagrada Familia.
Cuando el turista arriba a esa ciudad, una visita primordial es precisamente acudir a él, ya que después de la Basílica de San Pedro en Roma es el más visitado en toda Europa y es conocido popularmente como “la Catedral de los Pobres”.
Su edificación desde su inicio ha sido pagada casi en su totalidad con donativos. Es una basílica menor, título que le concedió Benedicto XVI. Cuando el paseante está ante esa obra, si no profesa la actividad de arquitecto difícilmente puede describir la maravilla que tiene ante sus ojos, solo queda admirarla. Hay infinidad de detalles, tanto fuera como dentro del santuario, pero todos hacen una unidad, parece que cada adorno o detalle está colocado en el sitio perfecto, nada sobra o falta, es una obra inmejorable. Da la impresión que fue diseñada por un personaje celestial y eso parece; su nombre es Antonio Gaudí y para muchos es el arquitecto de Dios.
Ese artista trabajó durante 43 años en la construcción, hasta su muerte, durante ese lapso únicamente hizo la cripta, el ábside y la fachada del nacimiento, pero su ingenio está ligado a la obra. Al recorrer su perímetro e interior se aprecian los elementos y pormenores, percibiendo que cada uno tiene una representación, simbolismo o significado religioso. Gaudí para realizar la obra cambió el proyecto original, dejando solo la parte construida, que era mínima, y al nuevo le impuso su estilo, totalmente naturalista.
La personalidad de Antonio Gaudí está claramente manifiesta en la edificación, donde abundan las formas geométricas. Él decía: la línea recta es del hombre y la curva es de Dios. El interior da la impresión de ser un bosque, todo en curvas imitando a la naturaleza, no hay una sola línea recta.
En el exterior la visión de Gaudí era profunda, deseaba que el templo representara a toda la Iglesia a través de los Apóstoles, los evangelistas, la Virgen y Jesús, todos representados en torres de diferentes tamaños de acuerdo con su jerarquía y la de Cristo sería la más alta, simbolizando el triunfo del catolicismo. Antonio Gaudí sabía que él no concluiría el templo y decía: “La obra de la Sagrada Familia es lenta, porque Dios no tiene prisa”.
A su muerte fue sepultado en la basílica como justo reconocimiento a su trabajo.
Abogado y empresario. WhatsApp: 9999-00-00-44.