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Bogotá late por Colombia

Punto de vista… Viajes

Rafael J. Ramos Vázquez (*)

Amanece sobre la cordillera de Los Andes. El sol empieza a inundar el altiplano donde se alza una urbe con más de 8 millones de habitantes: Bogotá, la capital de Colombia. Atrás quedaron los días y los miedos que espantaban a los viajeros extranjeros por la inseguridad. Hoy, esa metrópoli a más de 2,600 metros sobre el nivel del mar, palpita como el corazón político, cultural y turístico de ese país.

Para entender esa ciudad, los rolos, como llaman a los bogotanos, aconsejan ir al Cerro de Monserrate, una de las montañas que flanquean la metrópoli andina, y se reconoce con facilidad por la silueta de la iglesia que corona su cima. Ahí, además de la basílica dedicada al Señor Caído, es el mejor lugar para admirar Bogotá, metrópoli que se extiende sobre un verde valle rodeado de montañas ricas en flora y fauna de todo tipo.

Para comprender su historia precolombina nada como visitar el Museo del Oro, una institución de la cual los colombianos se sienten orgullosos, y no es para menos, ya que exhibe la colección de orfebrería prehispánica más grande del mundo.

El Centro Histórico se encuentra en la localidad más antigua denominada La Candelaria. Ahí se concentran atractivos turísticos como museos, teatros (como el exquisito Teatro Colón), calles empedradas, murales multicolores, casonas coloniales de tapia, balcones volados, tejas de barro cocido y patios internos; iglesias centenarias y la célebre Plaza de Bolívar, a cuyos lados están las sedes de los poderes civiles y eclesiásticos.

Bogotá es la punta de lanza de la gastronomía colombiana. Sus comidas típicas, como el ajiaco, la bandeja paisa, el sancocho y sus variedades de pescados, entre otras son una delicia.

El turista no debe perderse una visita al restaurante “Andres carne de res” ubicado en el suburbio de Chía a las afueras de la capital o deleitarse en la Guaira, la cueva musical del cantante y compositor Carlos Vives.

Hablar con los rolos, pasear por la ciudad hacen al turista reflexionar que pocos días no bastan para conocer toda la capital bogotana.

Atardece en Bogotá, aquella urbe gris y lluviosa, que Gabriel García Márquez describía como una ciudad triste, se transformó en una metrópoli vivaz, joven, llena de cosas por hacer. Lista para dejarse saborear, disfrutar y caminar. Vale la pena ir a Bogotá, definitivamente, una ciudad de altura, el corazón de Colombia.

Abogado y empresario. WhatsApp: 9999-00-00-44

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