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Las Islas Galápagos, un museo de la evolución

Punto de Vista… viajes

Rafael J. Ramos Vázquez (*)

Definitivamente Charles Darwin tenía razón, la adaptación al medio es la base de la supervivencia.

El turista, al llegar a ese conjunto de ínsulas agrupadas en el Océano Pacífico, arriba a un edén natural. Éste se encuentra a mil kilómetros del continente. Esos atolones pertenecen a Ecuador. Constituyen un museo viviente, que se formó hace millones de años como resultado de la actividad sísmica en las profundidades del mar.

Allá, el científico inglés, a bordo del “Beagle”, desembarcó en 1835 y al observar la vida en ellas dedujo su teoría. Me refiero al Archipiélago de Colón, nombre oficial, o Islas Galápagos, como son conocidas mundialmente.

Ese tesoro de la naturaleza fue descubierto por casualidad en 1535 por el fraile Tomás de Berlanga.

El visitante para conocer esa maravilla debe abordar un minicrucero con una ruta de una semana y recorrer las principales islas; son trece. Es un itinerario increíble, un destino especial y uno de los mejores lugares para pasear, sobre todo para gente a la que le gusta el bosque, pájaros raros, animales exóticos, volcanes, vida marina y una naturaleza que solo existe en ese lugar del mundo.

Entre otras cosas por las cuales el paseante quedará sorprendido están La Cumbre, un volcán en la isla Fernandina, uno de los más activos del mundo; el cormorán, ave única en el mundo que a través de los años evolucionó de forma tal que se convirtió en un gran nadador para encontrar sus alimentos y perdió su capacidad de volar; las iguanas marinas, reptiles que se han adaptado al medio y su alimentación la extraen del mar, pudiendo bucear durante 20 minutos y alcanzar una profundidad de 40 metros.

Admirar en la orilla de algún atolón a los pinzones, aves de belleza que el turista no se imagina. Al desembarcar en Isla Pinta, puede contemplar de cerca al Solitario George, una tortuga gigante que habitaba el islote en aquel entonces y era único en su tipo, y lamentablemente al fallecer se extinguió su especie.

Como un recuerdo, al salir del archipiélago el turista puede pedir en el parque nacional que sellen su pasaporte y es precisamente la imagen de una tortuga galápago la que estampan en el documento. Quien haya visitado esa maravilla natural tendrá que regresar, ya que son unas islas encantadas, un verdadero museo viviente de la evolución.

Abogado y empresario. WhatsApp: 9999-00-00-44.

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