Cuna de gigantes pétreos
Punto de Vista… Viajes
Rafael J. Ramos Vázquez(*)
Si miras detenidamente en un mapa el Océano Pacífico, podrás descubrir en Oceanía en el área de la Polinesia, una isla solitaria, oculta en el mar, casi imperceptible; es la ínsula más aislada del mundo.
Descubierta por el marino holandés Jakob Roggeveen en 1722 el día de la Resurrección, la bautizó como la Isla de Pascua. Su nombre primario fue Rapa Nui. Actualmente es parte del territorio chileno y se ubica a 3,700 kilómetros aproximadamente del continente; para llegar se requiere un vuelo de casi cinco horas desde Santiago, la capital.
Esa isla de roca volcánica en forma de triángulo es la más visitada y conocida de Oceanía. El turista arriba a ella motivado por la curiosidad y las leyendas que existen, además de ser una fuente de enigmas y misterios hasta ahora no resueltos.
Es un lugar famoso por sus esculturas de piedra, colosos que hicieron famosa a la isla. Hay un gran número de ellas dispersas en la ínsula, siendo el principal atractivo. La presencia de casi mil estatuas gigantes, con caras tristes, impávidas y enigmáticas son una interrogante científica no resuelta. Son figuras con formas humanas cubiertas sus cabezas con una especie de sombrero, con grandes y largas orejas, parecen centinelas cuidando su hábitat. Los nativos los llaman maois, todos ellos mirando hacia el interior de la Isla con excepción de los que se encuentran en Anakena, la playa más bella, con suaves olas de azul intenso cuyos maois miran hacia el mar.
Científicamente no hay una explicación o tesis aceptada del motivo por el cual están esos titanes en la isla.
Experiencia única
Una experiencia que el visitante no debe perderse es la siguiente: había leído al respecto pero quería confirmarlo, así que antes de abordar un taxi le pregunté a la dama conductora si era verdad que existe un lugar en donde si detienes el carro y apagas el motor el vehículo rueda hacia arriba, me contestó que sí y hacia allá nos dirigimos.
Fue una experiencia increíble. El fenómeno sucede en una carretera que tiene una ligera pendiente. Llegamos, bajamos del auto, nos pusimos a un lado, con el automóvil apagado y la palanca de velocidades en neutral. A los pocos segundos, ante mis ojos, el carro empezó a subir cuesta arriba avanzando lento cerca de 50 metros aproximadamente. No lo podía creer, así que pedí repetirlo pero yo adentro del coche en el asiento del copiloto, e inexplicablemente el vehículo hizo exactamente lo mismo. Fue un experimento inverosímil. Quien vaya a la isla debe realizarlo.
*Abogado y empresario. WhatsApp 9999-00-00-44.