Don Larsen; el señor perfecto
Punto de vista… béisbol
La suerte no es para quien la busca; la suerte es para quien la encuentra. Todos los milagros son repentinos y la fortuna veleidosa, pero ¿qué la impulsa a escoger entre seres comunes a uno que realice una hazaña?
Un humano que con una sola proeza pase a la inmortalidad. No hay respuesta. Don James Larsen es el ejemplo perfecto. Lanzador derecho que militó durante su carrera con varios equipos de las Grandes Ligas, es autor de una gesta que parece imposible de igualar: ser autor de un juego perfecto en Serie Mundial.
Don Larsen, su nombre en los registros del béisbol, fue un pitcher mediocre, sin un repertorio variado, con una marca negativa de por vida, con 81 victorias contra 91 derrotas. Inclusive tuvo una temporada con un récord de 3-21 en ganados y perdidos, y era enviado de un equipo a otro por su medianía. Jugó con los Yanquis del año 55 al 59 del siglo pasado. Sin embargo el lunes 8 de octubre de 1956 la fortuna le sonreiría y lo llevaría de la mano al nicho de los inmortales. Ese día se abrió el quinto partido del Clásico de Otoño entre los Bombarderos neoyorquinos y los Dodgers de Brooklyn.
Ese mediodía había cielo despejado y aforo completo. Los Esquivadores tenían una alineación respetable, con Jackie Robinson, Gil Hodges, Sandy Amorós, Duke Snider y otros, todos bateadores de consideración. Los Yanquis tenían a Mickey Mantle, Yogi Berra y Billy Martin. Nada presagiaba lo que ocurriría, ni el propio Larsen. El derecho lanzó un juego impecable, con un control absoluto. Solo un bateador en la primera entrada recibió tres bolas malas y con 97 lanzamientos y siete ponches consumó la hazaña: cero carreras, cero imparables, cero bases por bolas, cero hombres en base. Todos los bateadores contrarios habían regresado a la caseta con la majagua en el hombro, sin poder embazarse durante nueve entradas.
Al caer el último out, Yogi corrió y se fundió en un abrazo. Don Larsen había logrado lo que ningún lanzador ha hecho hasta la fecha, ser autor de un juego perfecto en Serie Mundial.
En la era moderna las Ligas Mayores han escrito en poco más de veinte juegos inmaculados, pero ninguno en el Clásico de Otoño. Un hecho extraño que el destino desea remarcar: Larsen fue el último jugador de los dos equipos que participó en ese memorable juego en morir. Curioso, verdad amigo lector. Don, en una entrevista dijo: “Nunca podrán romper mi récord, lo más que pueden hacer es empatarlo”.
Don Larsen, un jugador común, que con un solo hecho se hizo perpetuo para los libros de la Gran Carpa. ¡La fortuna es así! No quieran los mortales entenderla. Mérida, marzo de 2022
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