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Rickey Henderson, el mejor caco de la historia

El corredor de primera base estudia cuidadosamente la mecánica del pítcher para enviar sus lanzamientos al plato, se despega tres pasos de la almohadilla, la distancia exacta para poder regresar si lo intenta poner fuera. Sus ojos están siempre atentos en caso que el lanzador tire tratando de sorprenderlo fuera de la colchoneta.

En el centro del diamante el serpentinero mira de reojo al embasado, pisa la placa para hacer contacto y comienza el ritual de su tirada: en ese preciso momento el corredor emprende veloz y sin titubeos su carrera hacia la segunda base, da once zancadas, las estrictamente necesarias.

Su compañero en la caja de bateo abanica para proteger al corredor y el receptor envía de un riflazo la esférica a la intermedia. El pelotero se barre limpiamente sobre el cojín mientras el guardián de la base recibe el tiro y baja el guante para tocar al hombre que llega. El umpire, desde la intermedia, observa la jugada y al concluir, enfáticamente hace la señal con ambas manos declarando quieto al corredor: Rickey Henderson realizó un robo más en su carrera.

El béisbol es una actividad donde al que hurta en el campo no se le castiga ni es un delito, sino al contrario es un hecho positivo para el ladrón y su equipo, tiene premio y reconocimiento. Rickey N. Henley Henderson militó con varios equipos en la Gran Carpa defendiendo siempre la posición de jardinero izquierdo. Bateaba a la derecha, pero lanzaba con la mano siniestra, su porcentaje de por vida fue modesto (.279) y acumuló la friolera de 3,055 imparables en su carrera.

Sin embargo su hazaña más significativa que obra en el libro de récords, es convertirse en el máximo caco de la historia de las Grandes Ligas con un total de 1,406 almohadillas hurtadas, imponiendo además en el año 82 del siglo pasado la plusmarca para una temporada con 130 bases estafadas. Durante su existencia en las Ligas Mayores han desfilado gran número de birladores como Maury Wills, Lou Brock entre otros, pero hay un atracador, Ty Cobb, que aunque sólo hurtó 892 colchonetas, tiene el récord de más robos del plato acumulados durante su paso en los diamantes, la cantidad de 54, contra solamente 4 de Henderson. Eso nos indica la dificultad que existe para retar el pentágono.

A mi criterio esos dos escamoteadores son los mejores que han pisado el Gran Circo. Es de señalarse que para ser hurtador de cojines se requieren características especiales como conocer los movimientos del lanzador, buenos reflejos, poderosas y rápidas piernas y una excelente mecánica para barrerse. En la actualidad es una acción que pocos jugadores efectúan regularmente. Qué vivan los ladrones en el béisbol. Sólo allá. Mérida, Yucatán, abril de 2022

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