1960: una Serie Mundial para el recuerdo
Con la Serie Mundial concluye un largo recorrido del equipo ganador de una liga, y obtener el banderín es el justo premio a ese esfuerzo. Los ojos del mundo deportivo siempre han estado pendientes de ese acontecimiento, donde algunos jugadores desconocidos saltan a la fama por su actuación en ese gran escenario.
Todos los clásicos de octubre son emocionantes y cada uno tiene hechos característicos que lo hacen diferente a los demás. Repasando muchos, hay uno que por sus características, me parece único: el realizado en 1960 entre los Piratas de Pittsburgh y los Yanquis de Nueva York, éstos como amplios favoritos para coronarse, sus filas estaban llenas de estrellas como Berra, Mantle, Maris y Ford, entre otros. Los Piratas eran comandados por Roberto Clemente.
En Las Vegas, las apuestas apuntaban favoritos claramente a los Bombarderos del Bronx. Se realizan los seis primeros jugos con tres victorias para cada uno, con dos joyas de picheo de Whitey Ford desde el montículo de los Mulos, blanqueando a los del ojo parchado. Así que fue necesario el séptimo juego a celebrarse en la casa de los Piratas, para definir al campeón del Clásico de Otoño, el 13 de octubre.
Cierre de la novena entrada, el marcador empatado a nueve carreras, los Piratas de casa cerrarán el inning y de persistir el marcador el juego se iría a entradas extras. Hacia el montículo se dirige el lanzador Ralph Terry, en la receptoría Johnny Blanchard, después de los lanzamientos de calentamiento, aparece el bateador Bill Mazeroski. Se para en la caja, le tiran la primera bola alta y afuera. Blanchard hace con los dedos la señal para el siguiente lanzamiento, Terry mueve afirmativamente la cabeza y hace el disparo, Mazeroski le tira, se escucha el sonido del madero golpeando secamente la pelota, que sale volando sobre el jardín izquierdo y rebasa la barda limpiamente, ante el alarido de la gente y la incredulidad de los neoyorquinos. Se habían coronado los Piratas venciendo al equipo con más banderines en Serie Mundial, los Yanquis.
Pero, ¿qué tiene de extraordinaria esa Serie?
Es la primera Serie Mundial en terminar con un jonrón, y el único juego en Clásico de Otoño en el cual ningún jugador se ponchó en ambos equipos. Los Mulos anotaron en toda la Serie el doble de carreras que sus oponentes; el Jugador Más Valioso fue el segunda base yanqui, Bobby Richardson, primera y única vez que el equipo perdedor tiene en sus filas al “MVP”. Mazeroski entró al Salón de la Fama precisamente por esa hazaña porque fue un buen jugador defensivo, pero nada extraordinario con el madero. Mickey Mantle, en su libro bibliográfico, relató que fue la única derrota que lo hizo llorar. El béisbol es así, nada está escrito y puede suceder lo impensable, por eso es el rey de los deportes. Mérida, octubre de 2022