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Alejandría, faro de la sabiduría

Foto: Megamedia

En la populosa ciudad de Alejandría, con diez millones de habitantes, serpentea un malecón de treinta kilómetros de largo en el cual se puede ver la vida cotidiana egipcia: se escucha la voz desde el minarete de la Mezquita del Al moazen llamando a los fieles para el rezo, una de las cinco veces que los requiere al día, y se ve caminar a las mujeres con sus túnicas negras (chilaba) cubiertos sus rostros con sendas burkas.

Los hombres departiendo en los cafés donde se fuma la shisha, un recipiente de cristal en forma de cántaro que tiene abajo agua, arriba tabaco y carbón.

El fumador inhala el humo que pasa por el agua y es absorbido a través de una pequeña manguera.

En el malecón, enclavada en un suburbio de escuelas y facultades, frente al mar Mediterráneo, se encuentra imponente la biblioteca de Alejandría, desde donde se mira claramente la fortaleza de Qaitbay, construida, según dicen, en el lugar donde se encontraba el Faro, una de las siete maravillas del mundo antiguo.

La biblioteca es un diseño elaborado por arquitectos noruegos, tardó seis años su construcción y fue inaugurada en octubre del 2002.

Es un conjunto de tres edificios: un centro de conferencias, un planetario y la biblioteca. Su diseño se asemeja a un disco solar saliendo del mar y su fachada está recubierta por más de cuatro mil letras y símbolos de las culturas y lenguas de todo el mundo.

Para orgullo de los yucatecos hay numerología maya en sus muros.

No es la más grande del mundo, pues actualmente cuenta con sólo dos millones de libros y tiene capacidad para cinco, pero su sala de lectura puede tener dos mil usuarios al mismo tiempo, tiene once niveles perfectamente bien diseñados.

En el primer piso hay máquinas de imprenta de diferentes épocas.

Lo más bello que tiene la biblioteca es la sección de libros raros o colecciones especiales, donde se encuentra en facsímil la Biblia de Gutemberg, la Torah libro sagrado del judaísmo, libros en miniatura y una réplica de la piedra Rosetta, entre otras maravillas culturales.

Lo más impresionante en este recinto es una imprenta computarizada llamada “Expresso”, que puede imprimir y empastar un libro de quinientas páginas, incluyendo portadas, en tan sólo dos minutos. Hasta Gutemberg se asombraría si la viera.

Hoy Alejandría no tiene el Faro milenario que alumbraba el camino de los barcos, pero tiene la biblioteca que da luz e ilumina la mente de los visitantes que acuden a ella.

Abogado y empresario

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