Andy Murray, más que misión cumplida
Los Juegos Olímpicos celebrados recientemente en París, la urbe más bella del mundo, la Ciudad Luz, fueron marco inolvidable para el retiro de Andrew Barron Murray, para el mundo de la raqueta Andy Murray.
Del Estadio “Philippe Chatrier”, salió el veterano de 37 años, después de una dolorosa derrota en la modalidad de dobles que sufrió ante los estadounidenses Tommy Paul y Taylor Friz. Con lágrimas que se le escurrían por las mejillas el guerrero abandonaba la arena después de bregar durante casi veinte años sobre ella.
Nada de qué avergonzarse; al contrario, había cumplido dignamente su labor y sus alforjas contenían la historia que labró durante su brillante carrera.
No se iba porque así lo desease, pero, después de más de mil cien partidos disputados, Cronos y las lesiones de cadera y espalda le marcaban un alto definitivo que su cuerpo adolorido no podía soportar más.
Su mochila atesoraba con orgullo más de 850 victorias y el cariño de la gente que lo arropó durante su trayectoria. Murray era un golpeador certero que podía colocar la esférica en cualquier lugar de la cancha, con una derecha fina, potente y un revés a dos manos, su mejor arma. Era básicamente un jugador de fondo, pero tenía buen juego cerca de la red, pudiendo contraatacar cuando era necesario. Un tenista sumamente competitivo.
Fuera de la cancha, una persona educada, respetuosa y con la sonrisa siempre en los labios, y un ferviente defensor de las mujeres.
Con esos atributos era muy apreciado en el mundo tenístico y fuera de él. Lamentablemente para el escocés le tocó lidiar con los Tres Grandes, donde Roger Federer, Rafa Nadal y Novak Djokovic monopolizaron durante más de 15 años los Grand Slams.
Sin embargo, Andy les arrebató tres, y se convirtió, en el año 2013, en el primer británico en ganar Wimbledon desde que su compatriota Fred Perry se había coronado en el año 36 del siglo pasado. Se necesitaron casi ocho décadas para que se repitiera la hazaña, volviendo a hacerla dos años después. A los 29 años se convirtió en el primer y único inglés en ascender al número uno del tenis mundial, conservando la posición durante 41 semanas.
En la modalidad individual ganó dos medallas de oro en las Olimpiadas, en Londres y Río de Janeiro, derrotando nada menos que a Federer y a Juan Martín del Potro respectivamente.
Ayudó a su patria a triunfar en la Copa Davis. Ganó 14 títulos individuales de ATP 1000, que lo colocan en quinto lugar, sólo detrás del “Big Three” y Andre Agassi. Todo eso atesora y se lleva Murray al salir de la cancha.
Con el grito de “Andy, Andy, Andy…” que salía de las gargantas de los aficionados en París, Murray abandonó el estadio, ya nunca más competirá en un torneo profesional. Sus números y hazañas quedan para la posteridad. Andy había cumplido con un axioma de la vida: todo lo que empieza tiene que terminar. ¡Enhorabuena Andy! Mérida, septiembre de 2024.