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Bobby Fischer, un genio del ajedrez

Punto de Vista… deportes

Rafael J. Ramos Vázquez (*)

Los genios son personas incomprendidas, que la mayoría de las veces el mundo no entiende y ellos tampoco comprenden su entorno, en ocasiones saben sin haber aprendido.

El genio es un regalo que Dios da a contados hombres o mujeres sin explicación y son como rayos de luz que iluminan el firmamento, cuyas obras perduran por muchos años.

Robert James Fischer, para el juego ciencia Bobby Fischer, tenía una obsesión: el ajedrez. Era un talento natural, excéntrico, solitario, antisocial, de carácter difícil, pero de una personalidad avasallante y carismática.

Pienso que fue el Vincent Van Gogh del tablero. Poseedor de un Elo de 2785, fue un adolescente prodigio, obteniendo el título de Gran Maestro Internacional a los 15 años. Su estilo se basaba en aperturas brillantes, con ambiciosas combinaciones que le daban un juego posicional extraordinario; rapidez en el desarrollo, agilidad y precisión táctica que aunado a su sólida preparación teórica y a sus ganas de victoria basadas en la confianza en sí mismo, lo hacían un jugador casi invencible. Nunca tuvo problemas con el reloj.

En 1964, a los 21 años, realiza una proeza jugando el Campeonato de los Estados Unidos al ganar las once partidas que disputó con una puntuación perfecta. Es la única calificación inmaculada en la historia de ese torneo.

Cuando Bobby irrumpe en el ajedrez, el juego ciencia era dominado por los soviéticos, quienes ejercían una hegemonía que había durado largos años, siendo esto un orgullo para el país comunista.

Con la aparición de Fischer todo cambia. Con sus excentricidades tiene el merito de haber popularizado el ajedrez y que el mundo se fijara en ese juego que antes sólo era popular en la Unión Soviética, nación que consideraba ese deporte ciencia su patrimonio. Grandes Maestros de ese país habían sido campeones mundiales sucesivamente.

Bobby rompe los cánones que hasta ese momento existían y algunos críticos consideran al americano el más brillante jugador de todos los tiempos.

Una cosa es cierta: si no lo es, al menos es el más conocido y famoso.

Comentaré tres anécdotas de ese genio: primera, en una entrevista le preguntaron cuál era la fórmula de su éxito y respondió; “El éxito es una combinación de 10 por ciento inspiración y 90 por ciento trabajo, sencillo”. Segunda, ya considerado el primer jugador del mundo, fue cuestionado por un reportero acerca de quién era el mejor ajedrecista y contestó: “Es agradable ser modesto, pero sería deshonesto si no dijera la verdad: es Fischer”.

La tercera, en unas simultáneas, compitiendo contra 20 adversarios, a uno le captura su dama y continuó caminando para atender a los demás contrincantes. Al irse Bobby el jugador vuelve a poner en el tablero la dama. Las partidas continuaron normalmente y el simulteador se vanagloriaba de que Fischer no se había dado cuenta. Siete jugadas más tarde Bobby vuelve a capturar la dama y esta vez se la mete en el bolsillo y se la lleva sin decir ninguna palabra.

Abogado y empresario

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