Claroscuros en un “US Open” de altos vuelos
Claroscuros en un “US Open” de altos vuelos
Mi punto de vista… tenis
Rafael J. Ramos Vázquez (*)
Felicidades a Rafael Nadal: ¡19 coronas! Pronto hablaremos de esa gesta.
La Gran Manzana se vistió de gala durante quince días por la celebración del último de los cuatro Majors tenísticos del año. El escenario, el precioso complejo de Flushing Meadows, localizado en un suburbio neoyorquino.
Comentaré dos hechos del recién concluido torneo.
Primero: el polémico retiro de Novak Djokovic ante Stan Wawrinka. Esa derrota tiene un significado especial. Veamos el por qué:
El serbio venía de ganar este año Australia y Wimbledon, y se sentía confiando con la llave que tenía para llegar a la final. Durante sus tres partidos previos no había perdido un solo set, y ante el suizo tenía un récord ampliamente ganador, todo hacía suponer que el helvético sería un rival a modo, pero Stan jugó un tenis excepcional, y contra todo pronóstico lo eliminó en tres set, en la cuarta ronda con un contundente 6-4, 7-5 y 2-1 y el abandono, por una “dolencia” en el hombro.
En esa derrota hay que considerar: el dolor es subjetivo lo mismo que el orgullo. Durante el entrenamiento previo, un día antes, Novak no refirió molestia o gesto que así pareciera. En el desarrollo del partido no se vio que lo atendiera algún doctor, como regularmente se hace con quien tiene una dolencia. En el segundo set cuando ganaba 4-1 no refirió dolor y cuando perdió la manga, no hizo gesto que presagiara una aflicción. En el tercer set, cuando rompen su saque él simplemente mueve la mano al árbitro principal y se retira, abraza a su rival y saluda al juez, inmediatamente después toma sus aditamentos y abandona el recinto, ante el abucheo de los fanáticos. Había abdicado a la corona que defendía.
Para mí como para muchos aficionados el suplicio no fue en el hombro, sino en el orgullo. Sicológicamente el serbio no está acostumbrado a perder y se cuestiona a sí mismo cuando es derrotado y ante quien sufre el descalabro. Debe entender que el rival aunque sea teóricamente fácil, también tiene una raqueta en las manos. Djokovic debe perder más seguido, para que la humildad sea parte de su bagaje.
Segundo: Rafael Nadal y Roger Federer se han enfrentado 14 veces en los otros tres Grand Slams, pero nunca se han visto las caras en el torneo neoyorquino y la posibilidad existía. Sin embargo, todo apuntaba que una vez más, no sería posible ese encuentro porque había un rival capaz de impedirlo, el servio Djokovic, quien estaba en la misma llave que el suizo. Sin embargo, todos los aficionados soñaban con ese duelo inédito.
Con la eliminación del número uno, a manos de Wawrinka, se hacía posible más que nunca ese acontecimiento. Federer se enfrentaba en cuartos de final a Grigor Dimitrov, contra quien tenía un récord inmaculado en siete partidos y parecía imposible que el búlgaro realizara la hazaña… y lo hizo.
Así se frustró el sueño de los aficionados. No sucedió ahora, y tal vez nunca suceda, disfrutar un encuentro en las duras canchas de la Gran Manzana entre los dos mejores tenistas de todos los tiempos: Federer y Nadal.
Flushing Meadows quizá jamás tenga la oportunidad de ese encuentro. El tiempo lo dirá. — Mérida, Yucatán, septiembre de 2019
* Abogado y empresario