Cy Young: la leyenda de brazo de hierro
Punto de vista… Béisbol
Rafael J. Ramos Vázquez (*)
Cuando se recuerdan las hazañas logradas en las Grandes Ligas por jugadores en tiempos pasados, parecen increíbles de haberse realizado. Entonces un sentimiento de nostalgia se apodera del aficionado.
El rey de los deportes, el béisbol, es un juego eminentemente de estadísticas. Recopilan la vida deportiva de todos los jugadores que han pasado por la Gran Carpa.
Considero que ninguna actividad deportiva ofrece a los seguidores tantos datos en números, que pueden de manera clara y precisa, valorar y reconocer los extraordinarios logros.
Con las nuevas y modernas estrategias que aplican los manejadores, muchos récords de la antigüedad se deben de etiquetar como imposibles de igualar. Ahora los titulares que nos impresionan, como récords, no son sus hazañas, sino los grandes sueldos que devengan.
Veamos: el más grande de los lanzadores de las Ligas Mayores, fue uno nacido en Ohio, su nombre de pila solamente es reconocido por los aficionados nacidos a mediados del siglo pasado. Se trata de Denton True Young. A ese lanzador diestro le apodaban el “Cyclone” por la velocidad de sus envíos al plato, de donde se deriva el apelativo “Cy”. Es coloquialmente conocido como Cy Young y los lanzadores sueñan con su nombre.
Nuestro personaje, un gigante de casi 1.90 metros de estatura, fue granjero y ayudaba a su padre en las labores del campo. Quizá a eso se debe la fortaleza de su brazo. Era poseedor de una recta rápida, pero su técnica de lanzar la perfeccionó e incluyó en su repertorio una curva pronunciada que, aunado a un excelente control, lo convirtieron en el mejor de la historia.
Jugó en cinco equipos durante sus 22 años de carrera, inició 815 juegos, habiendo completado 749; lanzó 7,356 entradas y terminó con récord de 511 victorias contra 315 derrotas. En el año de 1892, ganó 36 juegos, empezando 49 y terminando 48. En 15 temporadas tuvo 20 éxitos o más, en cinco de las cuales alcanzó 30 cuando menos. Jugó en ambas ligas y en 1904 fue autor del primer juego perfecto de la historia.
Es inquilino del Salón de la Fama y a partir de 1956 se otorga al mejor lanzador el trofeo que lleva su nombre. En un principio se concedía uno por ambas ligas, pero a partir de 1967, se entrega a los mejores de cada circuito.
Todas las estadísticas de Young anteriormente señaladas son récords que todavía hoy se encuentran vigentes, debemos de marcarlas como inviables de empatar.
Hoy un lanzador después de cien envíos, es sustituido aunque esté blanqueando o incluso tirando juego perfecto. Ahora el abridor casi no lanzan juegos completos, si lo hace es algo “extraordinario”, situación que en la antigüedad era normal.
En la actualidad en la nómina hay más pichers de relevos que abridores y no puede faltar el “cerrador”, sin el cual el equipo se siente vulnerable, incompleto. Pero lo triste es que a la afición ya la acostumbraron a ese modelo de estrategias.
¿Qué vendrá después para el béisbol? Mérida, Yucatán, abril de 2021.