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Ejemplo de sincera humildad

El papa Juan Pablo I en misa

 

Punto de Vista… religión

Rafael J. Ramos Vázquez(*)

Cuando la puerta de la Capilla Sixtina se cerró, los miembros del Cónclave solo necesitaron 28 horas para que los 111 Cardenales eligieran al nuevo Papa. El humo blanco de la chimenea confirmó que había sido elegido el Vicario de Cristo número 263. La multitud esperaba ansiosa para verlo y saber quién era.

Había terminado poco antes el pontificado de Pablo VI. Momentos después hacía su aparición en el balcón de la plaza de San Pedro, Albino Luciani, quien sería conocido como Juan Pablo I. Era un 26 de agosto de 1978, año que la Iglesia Católica tendría tres Papas.

De origen humilde —su padre fue albañil—, pasó limitaciones y pobreza parte de su vida. Sin embargo, la historia de Albino está llena de sucesos que vale la pena comentar.

A la muerte de su antecesor habían dos grupos de Cardenales que tenían sendos candidatos, pero no se ponían de acuerdo y ninguno alcanzaba el quórum requerido, por lo que se celebraron tres votaciones rápidas y el humo negro salió cada vez, hasta que en el cuarto sufragio se inclinaron por un tercer aspirante, el cardenal Luciani, a quien le dieron el sobrenombre de “el candidato de Dios”.

Fue el último papa italiano, pues esa nacionalidad había conservado durante más de 400 años ininterrumpidos la silla de Pedro. Albino deseaba un papado más humano, y su lema fue precisamente “humildad”. Era poseedor de una personalidad cálida, amable y era un hábil orador, ganándose inmediatamente a la prensa y al mundo católico por su simpatía natural, siempre estaba sonriente.

Era un papa distinto: contra las reglas de Roma y la milenaria tradición, rechazó ser coronado y se negó a usar la tiara papal. En la ceremonia se vistió con ropa eclesiástica simple y solo pidió una misa de iniciación de papado.

Tenía ideas reformadoras, como que el uno por ciento de todo lo que se recolectara en la Iglesias sea donado a los templos tercermundistas. Quería cambiar la economía y el poder político de la Iglesia hacia metas más humanas. Deseaba revisar a fondo todas las cuentas del Banco Vaticano. En pocas palabras, reformar la Iglesia. Sin embargo, había dentro del gobierno eclesiástico gente que no estaba de acuerdo con sus ideales y la política humanitaria que quería emprender.

Muerte

Desafortunadamente su papado duró solo 33 días, fue encontrado muerto el 29 de septiembre, tenía 65 años. Su repentino e inesperado deceso conmocionó al mundo.

Hay dos teorías sobre su fallecimiento, la primera (versión oficial) que murió de un infarto fulminante; la segunda, la hipótesis del envenenamiento.

La primera fue muy cuestionada: la monja Taffarel, quien lo encontró, dio dos versiones del hallazgo; su muerte no fue certificada por un médico del Vaticano, además fue embalsamado inmediatamente, ambos hechos en contra de la legislación vaticana y, la Santa Sede no realizó ninguna investigación.

Respecto a la segunda hipótesis existen investigaciones realizadas por expertos que apuntan hacia la conspiración y envenenamiento.

Juan Pablo I tal vez empezó a hacer reformas muy pronto, antes de consolidarse en la silla de Pedro. Quizás, aunque parezca increíble, en un acto de ingenuidad hizo públicas antes de tiempo, las medidas y políticas reformistas que deseaba emprender. En la Santa Sede no solo existen intereses espirituales, también hay de otros tipos.

No pretendo llegar a una conclusión, solo hacer una breve exposición de hechos. Los asuntos de la Iglesia, pertenecen únicamente a ella, el manto de la secrecía e inviolabilidad siempre estarán presentes en sus temas. Pero una cosa es cierta, es difícil que lo material y lo espiritual tengan objetivos comunes. Ni siquiera Juan Pablo I pudo conciliarlos.

Abogado y empresario.

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