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Esparta, un ejemplo de coraje y valentía

Rafael José Ramos Vázquez (*)

Laconia es una región situada en la península del Peloponeso, en la Grecia antigua. A orillas del río Eurotas floreció un pueblo que basaba su fuerza en sus guerreros, los hoplitas, era el ejército más disciplinado de su tiempo.

Esta nación protagonizó grandes hazañas militares, su nombre: Esparta.

Fueron los primeros en acuñar la frase “¡vencer o morir!”, era su lema de combate, la derrota no estaba considerada. Rendirse, nunca, no había esa alternativa. Luchaban hasta conseguir la victoria o hasta el último hombre.

Fue una nación eminentemente militar y, tenía varios rituales de guerra. Antes de entrar al enfrentamiento escribían sus nombres en una tabla de madera que amarraban a su brazo, para que puedan ser identificados en caso de morir en combate y decían: “mis únicos tesoros son mi escudo, mi lanza y mi espada”.

Cuando iban a la lucha no cuestionaban cuántos eran los enemigos, sólo preguntaban dónde están. Eran los más valientes de todos los hombres de su época y la falange era la formación clásica en sus lides. Hablaban lacónicamente, es decir, pronunciando el menor número de palabras, pero eran precisos y exactos en sus conceptos. Esparta era un modelo de sociedad, tenía una constitución, y eran respetuosos de ella y de todas sus normas, para ellos la ley era una verdad absoluta y les enseñaban desde niños a obedecerla. Manifestaban siempre la verdad, tenían valores morales y daban una férrea educación a sus jóvenes.

Pero, ¿cómo era la enseñanza espartana? Cuando el niño nacía una comisión de ancianos visitaba la casa de los padres y revisaba al neonato, si tenía algún defecto o era débil a juicio de la comisión, era arrojado desde la montaña del monte Taigeto, eliminar a los infantes inútiles era una eutanasia basada en el sentido común. Los sanos eran devueltos a los padres para disfrute y enseñanza del hogar.

A los siete años eran entregados al estado para su educación militar, se basaban en el aforismo: los padres no son buenos educadores, se enseña mejor a un hijo ajeno que a uno propio. El estado los entrenaba duramente para que sean buenos guerreros, haciéndolos pasar todo tipo de penalidades para que se acostumbraran al sufrimiento y éste sea algo natural en el soldado. Eran ágiles, veloces, delgados, la gula o la obesidad eran vicios prohibidos. Cuando iban a la guerra, su madre o esposa le entregaba su escudo, con estas palabras: “vuelve con él o sobre de él”, es decir regresa victorioso o muerto. Eso significaba que la progenitora o la consorte eran mujeres valientes, y consideraban a su vástago o cónyuge un héroe. En el cementerio espartano sólo tenían nombres las tumbas de dos clases, el de los hombres caídos en batalla y las mujeres que morían al dar a luz.

En cuanto a las mujeres, a las niñas se les enseñaba a ser jóvenes de bien, y gozaban de libertad e igualdad, administraban el hogar y las riquezas del marido, se dice que el treinta por ciento de las propiedades eran de consortes de militares. Aristóteles, escribió que las espartanas tenían demasiada libertad.

Fue el primer estado de la antigüedad en otorgar igualdad a la mujer. La hazaña mas conocida de este país es la batalla de las Termópilas, que se escenificó durante la segunda Guerra Médica cuando se unieron con los atenienses para detener al ejercito persa comandado por Jerjes I.

El rey Leonidas dirigió su guardia real compuesta de 300 hombres que juntos con sus aliados sumaban aproximadamente 7,000, contra 200 mil del ejercito contrario. El asedio fue durante siete días, siendo tres días de combate, durante el cual las bajas de la tropa del Gran Rey fueron cerca de veinte mil soldados. El terreno, la estrategia, la valentía y el adiestramiento fueron factores decisivos en esa batalla. Jerjes obtuvo la victoria.

Ese épico combate, no puede valorarse por el resultado, sino por el ejemplo de pundonor, nobleza y valentía.

Quizá los espartanos fueron aniquilados todos, pero hicieron honor a su máximo axioma: ¡vencer o morir!.

abogado y empresario. rafaelramos@sji.com.mx

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