Hazañas curiosas en el “rey”
Hazañas curiosas en el “rey”
Punto de Vista… Béisbol
Rafael J. Ramos Vázquez (*)
La fortuna es veleidosa, voluble, versátil, algunas veces escoge al azar un hombre común para realizar hazañas que nunca más se volverán a ejecutar.
El béisbol, un juego con tantas posibilidades e innumerables récords de todo tipo, es fuente rica en esa clase de situaciones. Hace 20 años, un 23 de abril de 1999, poco antes de finalizar el siglo pasado, en el estadio de los Dodgers, en la populosa ciudad de Los Ángeles, se celebró el juego entre los Cardenales de San Luis y el equipo de casa.
Se abre la tercera entrada, bateando el conjunto visitante, por los Dodgers estaba lanzando el derecho Chan Ho Park, llenando las bases y viniendo con la majagua empuñada el cuarto bate, el dominicano Fernando Tatis, quien en la cuenta de dos strikes con cero bolas, en el siguiente lanzamiento saca una sólida linea que rebasa limpiamente la barda del jardín izquierdo, impulsando cuatro carreras.
Continúa la entrada y el pítcher Dodger no la puede retirar y después de un peregrinar de hombres al plato, vuelve a llenar las bases de Cardenales y otra vez ocupa la caja de bateo Tatis, quien, ante los ojos atónitos de Ho Park, nuevamente envía la esférica detrás de la barda ante una boquiabierta y sorprendida concurrencia.
Había implantado un récord, bateado dos Grand Salams, es decir dos cuadrangulares con las bases llenas e impulsado ocho carreras en la misma entrada y ante el mismo lanzador.
Algo único. Una proeza singular que solamente se podría igualar, pero parece imposible de superar, ya que sería necesario que alguien conectara tres palos de vuelta entera en el mismo inning con las bases congestionadas, y por si fuera poco ante el mismo serpentinero.
Fernando Tatis se retiró de la Gran Carpa con números modestos, sin embargo lo realizado ese día, queda para los libros. En esa ocasión la fortuna le concedió el honor de realizar una hazaña digna de Ruth, Aarón o Bonds. O de su compañero de equipo quien desde la caseta observó y celebró la proeza, Mark Mc Guire. ¿Porqué no fue alguno de ellos?
Tuvieron merecimientos suficientes para que uno de los cuatro ejecutara la epopeya. La Fortuna es mujer y como tal escoge a su capricho a los héroes, muchas veces sin ningún motivo.— Mérida, Yucatán, agosto de 2019