La debacle de las fieras
Punto de vista… béisbol
Rafael J. Ramos Vázquez (*)
Generalmente emparejar o superar un récord es cuestión de orgullo para cualquier jugador o equipo. Los Leones igualaron una marca que había durado cincuenta años y que nadie quería empatar: perder una serie por campeonato de la Liga Mexicana, después de tener ventaja de tres juegos y reducir la serie a ganar uno de cuatro partidos restantes.
Parecía imposible, pero lo hicieron. Nuestros melenudos entraron al libro de récords por la puerta de atrás. La fiel afición todavía no asimila la derrota, demasiado dolorosa, pero han pasado los días y la frustración, enojo y coraje van desapareciendo. Es verdad el axioma: el tiempo todo lo cura.
De esa trágica historia solo podemos hacer conjeturas, dar opiniones y poner a consideración del lector teorías que señalo como aficionado y que pueden tal vez explicar el desastre, aunque ninguna modifique el aciago resultado de la Serie del Rey.
Señalo algunas hipótesis:
Primero, ante el enfado e incredulidad de la afición, se especuló que la serie fue arreglada. Esa situación aunque es probable, es casi imposible de probar.
Otra: siempre he pensado que en las series cortas el mánager es quien en un ochenta por ciento gana o pierde el partido, es la pieza más importante, pues en él recae la responsabilidad de acertar en las opciones que elija en cada momento del juego. En una temporada regular, una mala decisión se disipa por la cantidad de juegos que tiene el calendario, pero en una serie corta en donde no hay mañana, donde todos los juegos son vitales, las determinaciones del piloto tienen un peso específico. Y, está a la vista que en cuando menos dos de los cuatro juegos restantes, una mala decisión impidió a los melenudos alzar el trofeo.
Otra más: se ha especulado que los dueños quieren llevarse a Mazatlán al equipo. Para nadie es un secreto que los propietarios no tienen arraigo con la afición yucateca, no son de patio y únicamente vienen a Mérida cuando juegan los Leones algún partido importante. El dinero no tiene preferencias ni corazón. Mazatlán es una ciudad que actualmente cuenta con un club de fútbol de Primera División, un equipo en la Liga del Pacífico de béisbol y solo le falta un conjunto de la LMB.
Sumemos otra: en lo deportivo, el departamento de logística de los Toros, al estilo de Grandes Ligas, estudió durante los primeros tres partidos a los jugadores contrarios e hizo los ajustes necesarios para acallar la artillería, al saber que picheada mandarle a cada bateador, sobre todo a los peligrosos, máxime que el estratega de casa no hizo cambios sustanciales en la alineación. Los Leones hicieron lo mismo, todos los clubes lo hacen como parte de su trabajo organizativo, pero los Toros lo aplicaron mejor.
Y no es de extrañar esa teoría, ya que los tijuanenses tenían un róster con peloteros que han jugado en la Gran Carpa y saben muy bien de ese sistema.
¿Una más? Es sabido que en todos los deportes el atleta de élite debe tener fuerza mental, que lo hace diferente, invulnerable a cualquier adversidad. En los felinos, a partir del quinto juego el ánimo se esfumó y no hubo poder humano que los rescatara, es decir ya estaban derrotados mentalmente.
Sean estas teorías o cualquier otra verdadera, el resultado quedará para la historia, un deplorable suceso que nadie quisiera emular. Los nobles fanáticos acudirán en la siguiente temporada a colmar las gradas, pero en los libros de récords no se borrará la funesta hazaña que se repitió medio siglo después. Esta vez con los Leones como protagonistas. La afición no merecía esa afrenta. ¿Cuál es la teoría correcta? Usted lector, tiene la mejor opinión. Mérida, septiembre de 2021
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