La elección del Vicario de Cristo es una decisión trascendental
Punto de Vista… religión
Rafael J. Ramos Vázquez(*)
En los aposentos, sobre la cama, yace el cuerpo inmóvil. El Camarlengo entra con un séquito. Se acerca y con un martillo de plata golpea suavemente la cabeza del fallecido y pronuncia tres veces su nombre de pila, éste no responde. Se arrodilla y reza por su alma y después dice: “El Papa realmente ha muerto”. Le quita el anillo de Pescador y es destruido.
Ha constatado su muerte. Hay Sede Vacante a partir de ese momento. El Colegio Cardenalicio asume el mando de la grey católica deel mundo. Los Príncipes purpurados de todos los rincones del planeta son inmediatamente convocados para realizar quizá, el proceso más trascendente de la Iglesia Católica: votar quién será el nuevo Vicario de Cristo.
El Cónclave es la Asamblea de Cardenales, que reunidos eligen al nuevo Sucesor de Pedro. Una vez congregados todos los electores, antes de iniciar el proceso, hay una misa en la que se pide a Dios que los ilumine, terminada ésta caminan en procesión de la Capilla Paulina a la Capilla Sixtina entonado a coro el canto para invocar la venida del Creador.
Ya en la Sixtina prestan juramento de guardar las normas y mantener en secreto todo lo referente a la elección. Se da la orden “fuera todos” y se cierran las puertas de la Capilla, quedando en su interior únicamente los electores. La Guardia Suiza cuidará las puertas hasta que haya concluido el proceso.
Según la ley canóniga solo pueden votar los Cardenales menores de 80 años. Diariamente habrá dos sesiones con dos votaciones cada una, la primera en la mañana y la segunda en la tarde. Se distribuyen papeletas que llevan impresa la frase “elijo como Sumo Pontífice” y un lugar para poner el nombre del nominado, anotado el nombre cada Cardenal dobla la papeleta y la pone en un plato, para que sea a su vez depositada en la urna.
Cuando el elector realiza eso, pronuncia: “Pongo de testigo a Cristo Nuestro Señor, el cual me juzgará que doy mi voto a quien creo debe ser elegido”.
Al terminar los comicios, el conteo lo hacen tres Cardenales, si nadie obtiene dos terceras partes de los votos, las papeletas son quemadas, añadiéndoles un químico para que el humo que salga en la chimenea sea negro, señal de que se ha realizado una votación y nadie fue electo.
Nuevo pontífice
Si alguien consigue el quorun establecido, se le pregunta ¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice? y después se le interroga ¿Con qué nombre deseas ser conocido? Se levanta un acta de la elección, aceptación y su nombre.
Desde ese momento el elegido adquiere la suprema autoridad sobre la Iglesia Católica, todos pasan a besarle la mano en señal de sumisión y respeto. Las boletas se queman y el humo blanco aparece en la chimenea a vista de todos los congregados en la Plaza de San Pedro.
El nuevo Pontífice pasa a la sacristía de la Sixtina en donde hay tres sotanas blancas de diferentes tamaños. Un Cardenal anuncia a la multitud “Habemus Papa” dando los datos del nuevo Vicario, quien sale al balcón y saluda a los reunidos en la Plaza, da su primer discurso como Papa y Obispo de Roma e imparte la bendición “Urbi et Orbi”, para la ciudad y para el mundo.
La inauguración del papado concluye con una misa que se realiza en la Basílica de San Pedro y allí se le entrega su palio, tiara y anillo de Pescador. Con ese proceso es electo el líder espiritual de más de dos mil millones de feligreses que conforman la grey católica.
Es una regla no escrita que quien entra con más posibilidades, y considera un hechos su designación, generalmente no es el electo y se ha acuñado la frase: “Quien entra Papa sale Cardenal”.
Abogado y empresario.