La ludopatía, un mal social
La ludopatía, un mal social
Rafael J. Ramos Vázquez (*)
¿Por qué la salud no es contagiosa como la enfermedad o la virtud no es contagiosa como el vicio? Es una pregunta a la que no le encuentro respuesta.
Un nuevo problema al cual se enfrentan muchos países y en especial México, es la adicción a los juegos de azar. En nuestro país la proliferación de casas de apuestas es impresionante. Este padecimiento, junto con el alcoholismo, son los principales males que motivan la destrucción de familias y la pérdida de patrimonios.
La ludopatía es una necesidad de la persona que no puede controlarse y requiere invariablemente apostar. En la novela del Premio Nobel, Fedor Dostoyeski, denominada “El Jugador”, escrita en tiempo récord de 26 días, se puede apreciar la personalidad del fullero: es generalmente un perdedor. Curiosamente los adictos a diferentes desvíos, comúnmente ingieren o se inyectan alguna sustancia que es la que produce placer, en cambio en los ludópatas no es necesario hacerlo. Médicamente diríamos que es una patología sin sustancia física, es básicamente algo mental. Los centros de juego son la fuente que proporciona al individuo esa “droga”.
La ludopatía ataca generalmente a los adultos, existiendo un buen número de mujeres, pero cada vez más jóvenes están cayendo en esta perdición.
En la citada novela se puede apreciar que el ludópata siente emoción a lo desconocido, cree que va a ganar, pero como no se da ese resultado, apuesta más, con la firme esperanza de que en la próxima jugada la fortuna le sonreirá. Pero ésta siempre veleidosa, le da la espalda, esto hace que venga una frustración y con ello la necesidad de arriesgar nuevamente, para recuperarse, pero no sucede. No entienden que las casas de juegos están hechas para que sean ellas las que ganen, es un negocio, si ganasen los apostadores dejaría de ser el comercio tan redituable que es.
Concluimos que el tahúr es un perdedor por naturaleza, que cuando va al antro de juego, va predestinado a eso. Para él la mejor jugada siempre es y será la próxima. Por último hay dos clases de jugadores, los que siempre pierden y los mentirosos.
Abogado y empresario. rafaelramos@sji.com.mx