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La Plaza Roja de Moscú

Punto de vista… Viajes

Rafael J. Ramos Vázquez(*)

Rusia es la nación más extensa de mundo, comprende parte de Europa y Asia. Allá el vodka (vocablo que significa agua) es la bebida nacional. Es un país con mucha historia y su capital Moscú, que alberga una hermosa explanada: la Plaza Roja.

De ser originalmente un mercado donde habían tiendas de madera, se convirtió en un lugar donde coronaban a los zares.

La Plaza es el corazón de Moscú y un sitio donde hay preciosos monumentos históricos. Respecto al nombre hay varias explicaciones, pero el más aceptado es que su traducción en ruso antiguo era Plaza Bonita, pero la Historia, el comunismo y la leyenda han hecho que se llame Plaza Roja.

En esa planicie está la Catedral de San Basilio, obra construida durante el reinado del Zar Iván “el Terrible”; es el principal símbolo por su elegancia y originalidad sus cúpulas en forma de “cebollas” son un ícono reconocido en todo el mundo.

Otro edificio es El Kremlin, antiguamente residencia de los zares y ahora es la sede del gobierno ruso, el Presidente despacha en él.

En esa explanada también está el mausoleo de Lenin, líder de la Revolución.

Como parte de ese conjunto está el antiguo Museo Imperial, construido por el Zar Alejandro III, contiene miles de tesoros antiguos y una colección original de joyas de la familia Romanov. Actualmente se denomina Museo Estatal de la Historia de Rusia.

También está la imponente Catedral de Kazán, símbolo de la iglesia ortodoxa. El turista puede deleitarse, transportándose al pasado y disfrutar tomándose una fotografía con el último Zar, Nicolás II, o con el padre de una doctrina que influyó decisivamente en el mundo: Calos Marx, a través de actores lugareños que personifican con todo lujo de detalles a estas figuras.

La Plaza y sus monumentos han resistido muchos intentos de destrucción, uno de ellos fue cuando Napoleón invade Rusia y quería incendiar la capital, pero al ver la belleza y esplendor de los edificios desiste de su intención.

En otra ocasión, al terminar la Revolución, le fue planteado a Stalin la remodelación de la Plaza para estar más acorde con el proletariado, para lo cual Lázaro Kaganovich, el encargado de ello, le presenta una maqueta al Dictador, donde consideraba la destrucción de la Iglesia de San Basilio. Stalin al verla le ordenó a su subordinado, enérgicamente: Lázaro, ¡ponla de nuevo!

El majestuoso monumento no fue destruido en beneficio de la humanidad. Esperemos que permanezca para siempre.

Abogado y empresario.

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