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Las consultas populares, una oclocracia

Punto de vista…política

Rafael J. Ramos Vázquez (*)

El gobierno de la Cuarta Trasformación canceló recientemente la construcción de una cervecería en Mexicali, a pesar de que los inversionistas, según dicen las noticias, contaban con todos los permisos para la ejecución de la obra y ésta ya tenía un avance cercano al 60%, habiendo invertido los promotores hasta entonces muchos millones de dólares.

El motivo para detener el proyecto, según fuentes oficiales fue: una consulta a la gente de la zona, que dio como resultado, según quienes realizaron la encuesta, que la ciudadanía no aprobó la obra. Así de sencillo. Ahora, está de moda realizar consultas a las “bases” para que el ciudadano “opine” y con el resultado de esa indagación, el gobierno toma decisiones.

Ante eso, me permito reflexionar lo siguiente: Las consultas populares están normadas en la Carta Magna, en efecto, el artículo 35 Constitucional claramente y en síntesis señala: “Son derechos de la ciudadanía: …VIII.— Votar en las consultas populares de trascendencia nacional o regional, lo que se sujetará a lo siguiente: Serán convocadas por el Congreso de la Unión, a petición del Presidente…se requiere la intervención del Instituto Nacional Electoral, quien tiene a su cargo el proceso…con una promoción imparcial, encaminada a no influir en las preferencias de la ciudadanía…promoverá la reflexión ciudadana y se realizará el primer domingo de agosto”.

Análisis clave

Obviamente habría que analizar si la consulta es trascendental para la región o estado donde se realiza la obra; de ser afirmativo, se debe seguir el proceso señalado en el artículo constitucional; en caso contrario, la consulta no es legítima y, por tanto, carece de valor.

Habiéndose hecho ese proceso, me vino a la mente un pensador griego llamado Polibio, quien en una de sus obras, usa el término oclocracia, señalando que es el gobierno de la muchedumbre, de la plebe, el poder de la turba; indica el ateniense que eso es la degeneración de la democracia, porque quienes deciden son gentes que no analizan o no saben cabalmente el tema sobre el cual van a resolver y, lógicamente el razonamiento no puede ser el que más convenga a la comunidad.

Por eso, las encuestas y consultas que se realizan en México, para que la ciudadanía decida sin conocer a profundidad el tema, sin análisis de los beneficios y perjuicios, sino únicamente considerando lo que le llega a través de la propaganda, son ineficaces para el objeto deseado, pues la opinión de los consultados está contaminada con información que en la mayoría de las veces proviene de fuentes no autorizadas.

La muchedumbre decidirá en la generalidad de las veces en forma totalmente equivocada. Lamentablemente, el resultado de esa encuesta sirve para “legitimar” una decisión en perjuicio de todos. Se daña a la iniciativa privada, a los obreros que hubieran trabajado en la planta y al Estado mexicano que deja de recaudar ingresos vía impuestos, sin dejar de mencionar que se vulnera el estado de derecho y el calvario legal y litigioso que se avecina por esta cancelación.

Para bien o para mal, las muchedumbres nunca deciden, son conducidos para que tomen la decisión que al beneficiado le interese. La cancelación de la planta cervecera es el clásico negocio mexicano, todos lo pierden.— Mérida, Yucatán.

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