Líbano, país de montaña blanca
Tierra de inmigrantes, que se han establecido en gran parte del mundo.
En Yucatán son gente de bien, de trabajo, que han formado familias y hecho fortuna.
Sus antepasados vinieron de ese pequeño país bañado por el mar mediterráneo y colinda con Siria e Israel.
Su nombre significa montaña blanca o simplemente blanco. Era la antigua Fenicia, patria de comerciantes que dominaron la economía marítima a través de sus mercados. Esta nación actualmente se llama Líbano. Su símbolo es el cedro.
En esta región hasta la fecha existen tres ciudades milenarias, Byblos, Tiro y Sidón. La primera es la más antigua del mundo, fundada 5,000 años A. C., esta urbe fue un centro comercial y mercantil. Según los historiadores, la Biblia cristiana fue hecha en papiro en esa metrópoli. Tiro significa “Roca“, fue una localidad conocida por sus grandes almacenes y producir la tinta púrpura tan característica y única de los fenicios. Sidón, fue el núcleo urbano fenicio menos importante.
Todas ellas en la actualidad conservan sus nombres originales. Baalbek es otra metrópoli con imponentes construcciones, pudiendo el visitante disfrutar vestigios arqueológicos perfectamente conservados que permanecen como mudos testigos para comprobar la grandeza del Imperio Romano.
Una anécdota que me sucedió precisamente en Baalbek, es la siguiente: al llegar al sitio histórico, el guía se dirigió a la taquilla para adquirir los pases de ingreso.
Mientras esperaba a la entrada, un grupo de guías locales estaban aglomerados departiendo y abordaban a los visitantes haciendo todo tipo de preguntas. Uno de ellos me interrogó acerca de mi nacionalidad y le respondí, mexicana.
Ante esa afirmación otro que escuchaba comentó, ¿mexicano?
Yo fui guía de don Carlos, el empresario más rico de tu país cuando nos visitó. Le hice un paseo especial por tratarse de la persona más adinerada de México y, al final, descubrí el secreto porque tiene tanto dinero. Al oír eso, con cara de incredulidad le cuestioné en voz baja.
Y, ¿cuál es el secreto de ese señor para tener tanto dinero? a lo que el guía me respondió: tiene manos de caballo.
¿Qué?, interpelé sorprendido, ¿qué significa eso? —el aludido me mostró su puño cerrado— y añadió, después del recorrido y habiéndome esmerado por ser quien es, al final solo me dijo: gracias, magnifico paseo y acto seguido se retiró.
Después de reflexionar unos segundos entendí que don Carlos solo pone dinero donde valora que puede recibir utilidad.
Buena enseñanza.
El libanés en general es un gran aliado y como dijo un presidente mexicano: “quien no tenga un amigo libanés que lo busque”.
Este artículo lo escribí en memoria de mi amigo Alí, quien en vida nunca visitó la tierra de sus antepasados, pero durante todo el recorrido por Líbano, su espíritu siempre me acompañó.
Abogado y empresario. rafaelramos@sji.com.mx