Más triste que la muerte es la forma de morir y la muerte, como buena traidora, nunca dice día ni hora.

Millones de judíos llevaron como insignia una estrella de David en la ropa que los identificaba. Era una señal inequívoca de su condición de ciudadanos de segunda, de pobladores de lugares perfectamente bien identificados, llamados guetos.

La creación de esos lugares se remonta al año 1500, cuando en Venecia se estableció el primero, como consecuencia de la deportación de la península ibérica de los hebreos a Italia. En un principio fueron suburbios judaicos, habitables, con todas las comodidades propias de una vecindad y su única característica consistía en que los habitantes en su totalidad eran israelitas, quienes compartían forma de vida, costumbres y religión.

Con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial y la política nazi de aniquilar a los semitas en su totalidad, Alemania reintrodujo el sistema de guetos o ghettos. Los alemanes los convirtieron en sitios cerrados, cercados, con calles estrechas y vigilados tanto en el interior como el exterior por guardias armados donde solamente vivían judíos, eran cárceles colectivas disfrazadas de vecindarios.

Los guetos tenían como función principal el control de sus moradores, generalmente se ubicaban en la parte pobre de las ciudades y carecían de los servicios más elementales: agua, gas y todo lo indispensable para vivir; por tal motivo, el hacinamiento, la falta de higiene y las enfermedades contagiosas se hicieron presentes, diezmando sustancialmente la población.

Aunado a la falta de alimentos, ropa y productos básicos, hacían una existencia miserable e insoportable para sus habitantes.

Los alemanes crearon más de mil guetos en Europa, siendo Polonia la nación que tenía el mayor número y el más grande, donde vivieron en total cerca de cuatrocientos mil. En su momento, el gobierno nazi consideró la aniquilación total y rápida de los israelitas a través del programa denominado “La Solución Final”, por lo que se decidió evacuar las juderías y trasladar a sus moradores a los campos de exterminio, donde la mayoría de ellos fueron eliminados.

Los guetos tuvieron una evolución trágica de distritos habitacionales cómodos hasta finalmente ser una antesala hacia la muerte.

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