Los juegos perfectos, en peligro de extinción
Rich Hil fue sacado de la loma pese a siete entradas perfectas
Matemáticas y béisbol
Rafael José Ramos Vázquez (*)
Este artículo consta de dos partes. En la primera abordaremos muy breve qué es un juego perfecto en el béisbol y en la segunda, comentaré algunas curiosidades sucedidas con motivo de estas gemas de picheo.
Pitágoras decía que el mundo y el universo son números. En los deportes, las estadísticas son parte fundamental para analizar el rendimiento de los jugadores o de un equipo.
Uno de los deportes que más se basa en esos datos cuantitativos es el béisbol. En esta materia todo son números tanto de los bateadores como de los lanzadores y podemos señalar que hay estadísticas de todas las posiciones y actividades.
En el béisbol existen un sinfín de récords de lo más inimaginable, pero hay una hazaña que aunque se le atribuye a un solo hombre, realmente el equipo tiene participación fundamental para que este hecho se dé, me refiero a un juego perfecto.
La paternidad de esta expresión ha sido atribuida a varios periodistas. Por definición juego perfecto es cuando “un pitcher (es) lanza para una victoria que dura nueve innings y los jugadores contrarios no logran tomar una base”.
Hoy que la estructura y las estrategias del pitcheo están cambiando, cada vez se antoja más difícil lograr esa hazaña. Ya no hay brazos de acero como antiguamente, cuando los pitchers lanzaban cada cuatro días nueve entradas y terminaban con 15 o más juegos completos por temporada.
Actualmente en promedio un lanzador inicia 33 juegos por calendario y antiguamente eran 40 o más. Esa es la diferencia.
En 1908, Ed Reulbach, lanzando por los Cachorros ante los Dodgers, en una doble cartelera, abrió ambos partidos y los ganó por blanqueada. Esos eran lanzadores con brazos de hierro.
Hoy a un abridor su brazo se le cuida con “algodones” y, si lanza cinco o seis entradas, es suficiente, para dar lugar al pitcher “hold”, o como se dice en español, al “preparador” o “intermedio”, para que posteriormente venga el ”cerrador”.
Aún cuando el abridor esté blanqueando, inexplicablemente es sustituido.
Nunca olvidaré un suceso curioso acontecido en Miami, en el que estuve presente, cuando Rich Hill, lanzando por los Dodgers ante los Marlines, labraba un juego perfecto hasta la séptima entrada. Fue sustituido en la octava sin una explicación lógica, privando a ese lanzador de una posible entrada al libro de récords. En la octava, un error de la defensiva estropeó la gema.
Un conocedor sentado a mi lado señaló: “Es por estrategia”. Y me pregunté: ¿Cuál estrategia?
Así es el béisbol moderno, muy especializado en el departamento de las serpentinas, que muchas veces los amantes clásicos de este deporte se preguntan: ¿qué es esto?— Mérida, Yucatán, 19 de julio de 2018
(*) Abogado y empresario
Fuente: Diario de Yucatán