Skip links

Mafia del poder con un negocio bien redondo

Yon de Luisa (centro)

La Selección de México y sus proyectos fallidos

RAFAEL JOSÉ RAMOS VÁZQUEZ (*)

La Copa del Mundo ha concluido. ¡Francia, campeón!

En México como siempre, ha pasado la euforia, el disgusto, la desilusión. Todo olvidado. Un fracaso más, un técnico que se va con muchos millones en su cuenta bancaria, producto de los jugosos contratos que celebran los entrenadores de la selección en cada ciclo.

No le importa cómo quedó el Tri. Chequera llena, corazón contento. Y México, a empezar de nuevo.

Pero primero, hay que definir si la selección mexicana es un conjunto nacional de jugadores con patriotismo y entrega a nivel deportivo con metas y programas claros, o es un producto comercial manejado por los medios informativos, que deja grandes utilidades, y los resultados que obtengan deportivamente no importan, sólo interesa que deje ganancias para la federación, los patrocinadores y las televisoras.

Si es lo primero, vamos por el camino equivocado. Si es lo segundo, los que manejan la Selección cumplen cabalmente las metas, todos se llenan los bolsillos.

Pero, ¿quiénes tienen controlado el fútbol para su propio beneficio?

Las televisoras, los dueños y los directivos, pero ese control que ejercen no es para bien del balompié, sino para acrecentar sus arcas.

Como siempre el dinero es el corruptor universal. El único que no gana nada es el aficionado, quien paradójicamente es el que sostiene este deporte y el que verdaderamente sufre los resultados. Sólo le venden, y muy cara, la ilusión.

Las televisoras tienen un producto que les deja millonarias ganancias: la Selección Nacional.

En México el fútbol es un negocio, no hay nacionalismo. “Ponte la verde”, “ahora sí vamos por el quinto partido”… Esos y otros muchos eslóganes, hacen que el aficionado esté prendido y dándoles mucho dinero, consumiendo todos los productos que patrocinan a la Selección, así que no les importa cómo quede el equipo, ellos ya ganaron lo que han proyectado y más.

Los comentaristas son un lastre, sólo gritan y dicen sandeces ante el micrófono, no analizan. No narran, solo pegan de alaridos para el espectador. Daba tristeza ver los programas con comentaristas de fútbol que parecen un “reality show” para entretener al televidente, más que para analizar, pero saben que el aficionado se conforma con lo que dicen.

El torneo mexicano es un fracaso, los directivos crearon dos campeonatos breves, por lo cual los entrenadores para asegurar resultados inmediatos alínean a jugadores hechos o extranjeros y cierran el paso a los jóvenes, con tal de asegurar puntos, ya que tres malos resultados puede significar la eliminación del mini campeonato.

Éste sólo beneficia intereses económicos, nunca futbolísticos. Veamos: lo dividieron en dos, ¿para qué?, ¿para que haya más calidad futbolística? Nunca. Lo hacen para que haya más dinero y más campeones de hojalata. ¿Cómo es posible que un campeón de goleo en México lo sea con siete tantos?

En las mejores ligas del mundo como Italia, España, Inglaterra o Alemania, por decir unas cuantas, el torneo es largo, como siempre ha sido. En México el torneo es una caricatura. Se debe de regresar al formato de dos vueltas y que sea campeón el que más puntos acumule, como anteriormente se hacía.

Concluyamos: sería necesario hacer una revolución administrativa y deportiva para lograr diferentes resultados a los que hemos tenido. Habría que estar en las entrañas de los organismos rectores, para poder dar una solución integral.

Sin embargo, tener un compromiso de los órganos que dirigen el fútbol para:

Reducir el número de extranjeros por equipo; fomentar y promover las fuerzas básicas en un proyecto bien estructurado a varios años.

Dar más oportunidades al jugador nacional; tener continuidad con un técnico mexicano que ame nuestro país, con una visión futurista que conozca, sienta y se comprometa verdaderamente en un plan con una duración de 8 a 12 años a fortalecer e incrementar a los jóvenes talentos, entre otras cosas.

Así, México avanzaría hacia mejores resultados.

Pero mientras no cambiemos nuestra mentalidad, organización y torneos, el fracaso será como hasta ahora nuestro fiel compañero. Seamos realistas.— Mérida, Yucatán, agosto de 2018.

Return to top of page