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¿Maximiliano fue fusilado?

Un mismo suceso, dos versiones, una parece un cuento, un relato, una leyenda, algo salido de la imaginación. ¿Realidad? ¿Ficción? ¿Verdad? ¿Mentira? En los siguientes dos artículos daré a conocer ambas situaciones y después de analizarlas el lector tendrá la mejor opinión.

Realidad histórica para México: lugar, Cerro de las Campanas, Querétaro; miércoles 19 de junio de 1867.

Orden de ejecución

Hecho: dar cumplimiento a una orden de ejecución firmada por el general Mariano Escobedo de la Peña y confirmada por el presidente Benito Juárez. Lo anterior producto de un juicio militar, cuyo veredicto sentenció a pena de muerte a los procesados como traidores a la patria.

Están ante un pelotón de fusilamiento al mando del capitán Simón Montemayor, el general y mariscal del Imperio Miguel Miramón y Tarelo, quien fue presidente de México a la edad de 26 años, y lo convirtió en el mandatario más joven del país, además siendo cadete participó en la defensa del Castillo de Chapultepec, donde fue hecho prisionero por las tropas norteamericanas y tiempo después liberado. También estaba el general José Tomás Mejía Camacho, indígena otomí, quien destacó por su valentía.

Ambos, fieles militares que permanecieron junto al emperador Maximiliano José de Habsburgo, en esos momentos junto a él afrontarían la muerte.

Los prisioneros fueron conducidos a temprana hora desde su encierro hasta donde serían pasados por las armas: un muro de adobe levantado un día antes, a las faldas de la colina. Un destacamento castrense compuesto por tres escuadras de siete tiradores cada una forman el pelotón de fusilamiento, una cuadrilla para cada sentenciado.

Era un día resplandeciente con un sol brillante en el firmamento, exclamando Maximiliano: “¡Un bello día para morir!”.

El austríaco concede el honor a Miramón de estar en el centro diciéndole: “General, un valiente debe de ser admirado hasta por los monarcas”. Y mirando a sus verdugos exclama: “Voy a morir por una causa justa, la independencia y libertad de México, que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria. ¡Viva México!”.

El capitán Montemayor, espada en alto, la deja caer y grita: “¡Fuego!”. La descarga cruza el aire y los reos se desploman por el impacto de las balas. El militar a cargo de la escuadra se acerca a los cuerpos y remata con el tiro de gracia a los ejecutados que yacían inertes en el suelo. Eran las siete de la mañana.

Fin a la monarquía

Ese hecho daba fin al corto período monárquico en nuestro país y se consolidaba la república bajo la batuta del Benemérito.

Después de los sucesos acontecidos, Juárez es informado del cumplimiento y emite un comunicado oficial cuyos términos son los siguientes: “El Archiduque Fernando Maximiliano José de Austria fue hecho justo por las armas”.

Poco tiempo después aparece en El Salvador un hombre que puede modificar un poco la historia, su nombre: Justo Armas.

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