Mónica Seles, cuando el destino es inexplicable
30 de abril de 1993, Hamburgo, Alemania, un partido de cuartos de final de la WTA. Termina el punto, las jugadoras se sientan para el descanso, dando la espalda a parte del público.
De pronto un espectador salta de las gradas y corre hacia una de las participantes, entre su ropa saca un filoso cuchillo y con alevosía logra clavar en la espalda de la tenista el puñal, produciéndole una herida de varios centímetros de profundidad. La sangre instantáneamente brota, todo es confusión y gritos.
El atacante: Gunter Parche, un fanático desquiciado es sometido y puesto a disposición de las autoridades. La lesionada: Mónica Seles, una joven estrella de apenas 19 años, en la flor de su juventud, cuyo futuro profesional cambió a partir de ese hecho.https://d-8115405712279738753.ampproject.net/2205191749000/frame.html
Una tristeza. Algunas veces la fatalidad de las circunstancias intervienen para cambiar la historia; otras, es la mano del hombre. En esa ocasión fue un racista que odiaba a los serbios.
Mónica, nacida en Yugoslavia, actualmente Serbia, fue una tenista fuera de serie que, antes de los 20 años, ya había ganado ocho Grand Slams, obteniendo el primero en Roland Garros a los 16 años con 6 meses.
Zurda de estilo único, era una jugadora de base, con un juego arrollador, una potente derecha y un violento revés a dos manos, sin lugar a dudas su mejor arma. De piernas ágiles, cubría la totalidad de la cancha, llegaba a la red con facilidad y tenía un primer saque excepcional. Mónica siempre fue agresiva en su juego, con una concentración y fortaleza mental impresionante. Era difícil hallarle debilidades en el terreno. Disputaba cada punto como si fuera el último de su vida.
Una característica de su personalidad era que al golpear la pelota gritaba, algo nunca antes visto. Tiempo después esa peculiaridad fue adoptada por otros.
Lamentablemente, después del infortunado incidente Mónica se ausentó dos años y cuando regresó ya no era la misma, a pesar de ganar varios torneos más. Toda la belleza y firmeza de su juego los perdió, se volvió insegura. Depresión, inestabilidad y trastornos alimenticios florecieron durante su ausencia, e impactaron en su rendimiento.
En su corta carrera ganó más de cincuenta torneos, venciendo a verdaderas estrellas de la raqueta como Chris Evert, Martina Navratilova, Steffi Graf y otras.
En los años 91 y 92 del siglo pasado fue la reina absoluta de la WTA. El único grande que se le negó fue Wimbledon. No me queda duda: Mónica se hubiera convertido en la tenista más exitosa si no hubiera sido herida.
El destino es algunas veces inexplicable. ¿Cómo es posible, que sentada, concentrada, disfrutando de lo que más amaba, jugar tenis, apareciera un loco que. sin conocerla, le haya cambiado la vida en un instante? El destino algunas veces se equivoca: Mónica Seles es el ejemplo. Mérida, mayo de 2022