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Rafael J. Ramos Vázquez: Una experiencia con el Covid-19

Punto de Vista… salud

Una persona que ha sobrellevado el coronavirus me platicó su experiencia y la comparto:

Soy jubilado, de 63 años, diabético, vivo solo. Desde que se inició la pandemia cumplí las normas de seguridad: aislamiento, higiene en las manos, uso de gel, cubrebocas y todo lo que autoridades y propaganda informaban.

Sin embargo, no puedo señalar con certeza una fuente de contagio, pero lamentablemente un domingo en la tarde de septiembre, comencé a sentirme indispuesto.

El lunes me empezaron calenturas durante el día; siendo médico lo que hice fue ingerir paracetamol y bañarme con agua fría regularmente a fin de que la temperatura no subiera.

El martes seguí con el mismo cuadro por lo que decidí hacerme la prueba de Covid-19 para confirmar o descarar la afección, ya que la calentura no necesariamente puede ser atribuible a esa dolencia. Solicité los servicios de un laboratorio que acude al domicilio del afectado a realizar la toma de la muestra.

El miércoles, a temprana hora, se presentaron a recabar los fluidos nasales y de garganta, informándome el paramédico que al día siguiente recibiría los resultados vía correo electrónico. La temperatura continuaba con picos y hondonadas pero nunca sobrepasando los 40 grados Celsius, eso lo atribuyo a los baños y medicina que ingería.

El jueves, al mediodía, recibí el resultado: positivo a Covid-19.

Era un infectado más de esa cacareada enfermedad. El laboratorio me llamó telefónicamente para pedirme mis datos y reportar a las instancias sanitarias; pasaba a ser un número más en la estadística del gobierno. No recibí ningún apoyo de las autoridades, salvo un telefonema para decirme que permaneciera en casa.

El miedo se apoderó de mí. Con toda la información negativa de ese padecimiento mis interrogantes eran: “¿Qué será de mí? Con mi edad y antecedentes de vulnerabilidad, ¿cómo reaccionaría mi cuerpo?, ¿me moriría?” Todas esas preguntas y más daban vueltas en mi cabeza. Debo reconocerlo sentí temor a lo desconocido y a la muerte.

Durante los siguientes 14 días los cuadros que presenté fueron calenturas frecuentes pero no tan altas, falta de apetito, cansancio, dificultad para respirar boca abajo o lateralmente, sentía que me asfixiaba. No me explico porqué colocan boca abajo a los pacientes en los hospitales.

A partir del día 15 los síntomas disminuyeron, sintiéndome bien, animado, con ganas de comer y volviendo paulatinamente a mi normalidad. Perdí siete kilos.

¿Qué me dejó esa amarga experiencia que deseo compartir? Primero: reafirmé mi fe en Dios. El Todopoderoso ayuda, pero es necesario tener una mente positiva.

Segundo: tomar con responsabilidad la enfermedad, estarse monitoreando y cualquier cambio que pudiera ser agresivo, inmediatamente acudir a un hospital.

Por último, me di cuenta de lo frágil y finitos que somos, que nadie vive para siempre, estamos en este mundo hasta que el Creador decida lo contrario. Hoy, estoy totalmente recuperado. Doy gracias al Salvador por haber sido piadoso conmigo.

Abogado y empresario. WhatsApp: 9999-00-00-44.

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