Una democracia culta
Una democracia culta
Estudiar para poder votar
Rafael J. Ramos Vázquez(*)
En la antigüedad los griegos fueron los primeros en establecer la democracia como forma de gobierno. Era diferente a la nuestra, ellos votaban en forma directa, es decir los atenienses mismos tomaban las decisiones y solo sufragaban los ciudadanos con plenos derechos. En México lo hacemos en forma indirecta, en otras palabras, elegimos funcionarios que nos representan y que ejecutan las decisiones por nosotros, teóricamente lo hacen con base en los lineamientos partidistas.
Por esa razón es indispensable que los representantes que se escojan sean las personas idóneas. Actualmente en nuestro país el voto de una persona con estudios y la de un ignorante valen lo mismo. ¿Es justo eso? Sin lugar a dudas hay muchas respuestas en diversos sentidos.
Efectivamente todos los sufragios tienen el mismo valor, pero debemos como país progresista cada día aspirar a tener una mejor y más culta sociedad democrática.
En los tiempos de un partido hegemónico el voto “verde” era primordial para nulificar el sufragio de la gente pensante o con estudios. Así se ganaron por años un sin número de elecciones. En la actualidad con todas las facilidades a que tiene acceso la población, propongo una reforma constitucional en el siguiente sentido: únicamente puedan votar las personas que acrediten haber terminado como mínimo la educación obligatoria y, que este precepto entre en vigor 12 años después de su promulgación, para que todos puedan tener la oportunidad de estudiar.
Esto traería como consecuencia que por conveniencia, gobierno y partidos políticos emprendan una cruzada para impulsar la educación, ya que un ciudadano analfabeta no le sería de utilidad, como hoy en día. Ya no se podría utilizar el voto de gente sin estudios en beneficio de algún instituto político, sea del color que fuere.
Reforma
No se podría o sería más difícil influir o comprar el voto si la persona tiene las bases mínimas de educación, en ese caso su sufragio deberá ser más razonado. Con esta reforma seríamos un país con una democracia más culta y reduciríamos el analfabetismo. Al final todos ganan: los partidos, el gobierno, la ciudadanía.
Debemos aspirar a una democracia más limpia y fuerte. Es urgente para México.—Mérida, Yucatán
Abogado y empresario